El tema de la inseguridad se ha convertido en un dolor de cabeza para las administraciones y autoridades, que conocedoras del cúmulo de causas generadores y facilitadoras conducentes a esta situación, no pueden dar respuestas de fondo y concluyentes a la ciudadanía, que pide a gritos la solución de sus penurias.
Es saludable que las comunidades entiendan la difícil posición de las autoridades, que no pueden ni deben improvisar en tema tan sensible y peligroso. La sola información o queja nos conduce a un escenario de atención inmediata, pero no de solución definitiva, por lo tanto, las administraciones y autoridades de policía deben desarrollar estrategias, con programas de largo aliento, que le cierren el paso a la delincuencia, brindando tranquilad, bienestar y sosiego a toda la comunidad puesta bajo su protección y responsabilidad.
Estos grupos sociales deben entender el esfuerzo policial y acompañar el desarrollo de planes conducentes a resultados esperados y decisivos.
Un problema social como éste que enfrenta el país necesita una serie de medidas restrictivas para las vecindades, medidas que molestan e incomodan el diario vivir, pero de urgente aplicación para iniciar un camino positivo hacia una seguridad total y duradera.
Miremos algunos ejemplos: tenemos lugares públicos, como parques y zonas de recreación, invadidos por grupos que generan zozobra, miedo e inseguridad, demandando la intervención de la autoridad que, ante la problemática, ordena restringir la concentración de personas en esos sitios, fijando horas de recogimiento necesarias para controlar el espacio, dispone patrullas y requisas esporádicas en los alrededores, evitando la deriva de antisociales por el vecindario. También determina restricción horaria para la venta y consumo de bebidas alcohólicas en las proximidades, invita la comunidad a organizarse en frentes de seguridad para tener un tejido social de información permanente, recomienda el porte de documentos que acrediten y faciliten establecer la preexistencia de sus pertenencias, sin olvidar restricciones en el uso de las motos y elementos de transporte que facilitan el accionar delictivo. Además, compromete a la vecindad a denunciar cualquier amenaza o atentado contra la vida y bienes de la sociedad.
Estas medidas siempre serán transitorias, pero llevan un mensaje de orden, organización y compromiso a futuro. La seguridad de los sectores se logra haciendo una causa colectiva, aceptado disposiciones que causan dolor e inconformidad, pero lo crucial, es que los vecinos acaten estos mandatos con beneplácito entendiéndolos como el camino hacia su seguridad, bienestar y tranquilidad
De lo anterior se colige que las administraciones saben de sus compromisos y responsabilidades con la sociedad, pero las agobia la premura requerida por la ciudadanía y lo complicado del problema social. Por lo tanto, sugerimos desarrollar estos controles por sectores o localidades, recordando que combatir la delincuencia no es solamente trabajo de las autoridades, sino compromiso de la sociedad en general.