Una visita a Madrid sin un recorrido por el Museo del Prado es impensable. El Prado, además de ser uno de los museos más importantes del mundo, es también el corazón del arte en España, un lugar amado por los españoles y por los que hemos tenido el placer de disfrutar sus maravillosos tesoros.
Este año El Prado celebra los doscientos años de su creación como museo, hecho que coincide con la celebración del bicentenario de la independencia colombiana de España.
Fue precisamente Fernando VII el monarca español que debió reconocer nuestra independencia, quien estableció el museo para alojar la colección de arte real, recuperada luego de haber sido espoliada de los castillos, palacios y monasterios reales, por los franceses, durante la ocupación napoleónica de España, (1810-1814).
El edificio que hoy ocupa El Museo del Prado fue construido por Carlos III, en 1789, para albergar el Real Gabinete de Historia Natural. El famoso Juan de Villanueva fue su arquitecto, el mismo que construyó el Real Jardín Botánico y el Real Observatorio Astronómico. Obras culminadas en los primeros años del siglo XIX durante el reinado de Carlos IV. Este histórico conjunto arquitectónico conformó la Colina de las Ciencias de Madrid, orgullo de España en el Periodo de la Iluminación europea.
Durante los años de la invasión napoleónica el edificio se convirtió en cuartel de caballería y sufrió grandes daños. Una vez terminada la llamada “guerra de independencia española” y repuesto en su trono Fernando VII, gracias al interés de la reina María Isabel de Braganza, sobrina y segunda esposa de Fernando, se recuperó el edificio para crear allí un lugar donde concentrar y exponer el “Patrimonio de la Corona”, recuperado de los franceses.
Merece una mención especial la joven y desdichada reina, quien murió de una manera atroz antes de cumplir los 21 años, al serle practicada quizá la primera cesárea hecha en Europa, sin anestesia ni medidas medicas de ninguna especie.
Se le debe a Doña María Isabel, a su amor por el arte y su visión para realizar grandes proyectos el establecimiento de este magnífico museo, inaugurado un año después de su muerte, el 19 de noviembre de 1819, con el nombre Museo Real de Pinturas. Poseía tres salas, donde se exhibían trescientos once cuadros de la llamada Edad de Oro de la pintura española (siglo XVI y XVII).
Hoy el museo cuenta con 125 galerías y miles de obras de arte. Aquí se encuentra la colección más importante de arte europeo del mundo, incluyendo las colecciones más completas de obras de pintores ibéricos como Velázquez, El Greco, Goya, Murillo, Zurbarán, Ribera y el Bosco, nacido en Flandes.
El Prado es un museo amable, lejano a los acartonamientos de otros museos, que, por variados motivos, intimidan o confunden al visitante. La información sobre el museo es clara y el personal atento, conocedor y dispuesto a informar.
Lo “descubrí” por primera vez siendo muy niña, de la mano de mi padre, y, aún hoy, luego de muchas visitas, los primeros cuadros a los que me dirijo son los que aprendí a admirar a su lado. Siempre, cuando regreso, encuentro nuevos tesoros y siempre, aprendo algo especial. Para mí, es un lugar mágico. Emocionada, brindo por sus doscientos años y por María Isabel de Braganza, que lo imaginó.