Tres son los asuntos que definirán las elecciones del 2018, todos ellos entrelazados por la transversal de la corrupción que los conecta íntimamente.
El primero es el de la renuncia de las Farc y el Eln a todo tipo de violencia; el segundo es el del rechazo a las dictaduras marxistas en Venezuela y Nicaragua, y el tercero es la proliferación de cultivos ilícitos con todo lo que ello implica.
Por lo pronto, son varios los puntos que van quedando claros en este último asunto, o sea, el relacionado con las drogas.
1- A pesar de los esfuerzos intelectuales por “desnarcotizar” la agenda con los EE.UU., la realidad no puede ignorarse y quienes más han abogado por “enfoques alternativos” son los principales responsables de que la desconfianza impere más allá de las formalidades diplomáticas.
2- Conectar el narcotráfico al delito político bajo el sofisma de que tan solo les sirvió a las Farc para alimentar la rebelión será una de las principales muestras de impunidad que el ciudadano sancionará con mayor vehemencia.
3- Suspender la fumigación solo sirvió para satisfacer a las Farc que vieron con la mayor naturalidad de qué modo se multiplicaron los cultivos en sus áreas de influencia.
4- Este asunto, más que cualquier otro, demuestra que para las Farc y el Eln hay varios procesos paralelos al de la negociación y los acuerdos, de tal modo que los cultivos ilícitos podrían entenderse como un método de control social y mantenimiento de la unidad política territorial destinada a conformar una coalición defensora de los acuerdos de La Habana.
5- Los mecanismos y recursos para la sustitución de cultivos irán de nuevo a saco roto porque el negocio seguirá siendo altamente rentable y, al mismo tiempo, florecerán múltiples actores generadores de violencia dispuestos a repartirse el botín estatal y perfeccionar los métodos de explotación de la hoja de coca.
6- Ninguna estrategia de interdicción puede superar a la contención in situ de la propagación, de tal forma que si el Gobierno quiere ahora incrementar la erradicación manual (mandando, como siempre, a los militares a poner el pecho), los efectos serán insignificantes puesto que, en el fondo, ya ha empoderado y legitimado a quienes se han dedicado sistemáticamente a sembrar y consolidar su autoridad local.
7- De hecho, el Gobierno no va a encontrar el modo de comprometer a las Farc en la lucha contra las drogas porque, muy hábilmente, ellas alegarán que habiendo entregado hasta la última arma, y ya sin ningún tipo de contacto con tan abominable mercado, ¿De qué manera podrían cooperar en una cruzada que no les incumbe para nada?