Es unánime el noble espíritu nacionalista, no solo de los habitantes de Argelia en el norte de África, sino de casi todos los países del mundo.
Son muchas las definiciones de “nacionalismo”. Una consiste en la defensa de los valores raciales, históricos, culturales y económicos por parte de un grupo respetable de habitantes de un territorio determinado. El nacionalismo sano y edificante, es aplaudido por todos y en todas partes.
Existe otro nacionalismo perverso y negativo, como el de los “nazis”, alimentado de bastardas ideas expansionistas.
Con el Sr. Embajador actual de Argelia en Colombia, tuvimos un interesante diálogo en la fiesta que organizó la doctora Elen de Sánchez, Jefe de Misión de Jamaica en nuestra nación. Me preguntó el Dr. Ahegd Hachemi por la situación de Colombia. Le expliqué someramente nuestro panorama.
Vivimos en este momento una confusa situación, por el ingreso de un gobierno de izquierda al poder, por primera vez en nuestra historia.
Tradicionalmente -más de dos siglos de independencia- han gobernado dos partidos fuertes: el liberalismo y el conservatismo. Estos dos grupos, aunque muy bien estructurados, siempre han estado, entre el centro derecha, siendo ambos muy semejantes en lo ideológico. Nos movemos en un ambiente de absoluta democracia, con profundo respeto a las libertades públicas. Por esta honda convicción, en las pasadas elecciones la izquierda, en coalición con disidentes de varios partidos y movimientos diversos, logró una mayoría más bien pequeña.
Yo, en mis artículos y conferencias he repetido, “no ganó la izquierda”, -pues solo cuenta con 20 senadores de los 102 del Congreso, triunfó una coalición, la que, a los pocos meses de gobierno, se disolvió. Esto último quiere decir que el gobierno actual no tiene un parlamento totalmente a su favor. Al desintegrarse la coalición, el gobierno no ha podido lograr la aprobación de sus proyectos vitales en lo económico, lo social y lo cultural.
La falta de experiencia administrativa en el gobierno por parte de nuestro presidente Petro, lo ha llevado a improvisar y a cambiar con absurda frecuencia, de ministros, generando inestabilidad, incertidumbre, caos y anarquía.
Voces muy sensatas, como la del expresidente Dr. César Gaviria, ha pedido a todos los colombianos colaborar y en lo posible, para no caer en el vacío y la frustración.
Cualquier crisis nacional, repercute fatalmente en la vida de todos los ciudadanos. El país, es como un bus gigantesco, en el cual viajamos todos los compatriotas, si el vehículo, no lo quiere “La Providencia”, sufre volcamiento o cualquier accidente, los afectados en forma grave somos la totalidad de los habitantes. Tenemos ejemplos recientes muy catastróficos. La hermana Venezuela, nación de las más poderosas América Latina por su asombrosa riqueza en petróleo, por la ineptitud y la politiquería de sus gobernantes de izquierda, cayó al fondo del abismo.
Y antes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, de un buen empoderamiento financiero y social, se encuentran rezagadas, viviendo la más dolorosa de las pobrezas y miserias.
Estos tres casos, tragedias de vecinos cercanos, ha puesto a temblar a Colombia.
Solo la madurez de las inmensas mayorías, pueden salvar a Colombia. Es unánime la convicción de que solo unidos podemos salvarnos. El radicalismo sería suicida.