Edmundo López Gómez | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Mayo de 2015

La última carta

Bogotá, 27/4/2015

Doctor

Juan Fernando  Cristo,

Ministro del Interior.

 

APRECIADO  ministro: reciba mi cordial saludo. A propósito de sus declaraciones en el sentido de que no se celebrará el referendo en la misma fecha de las elecciones de octubre -decisión que consideré afortunada-, he creído  conveniente formular algunas consideraciones  sobre la marcha del proceso de paz, con la esperanza de que se hagan rectificaciones necesarias  que lo aprestigien a los ojos del pueblo, pues mientras esta condición no se dé, referendo o  consulta popular están llamados  al fracaso y a una mayor polarización política.

Nunca fui partidario de la reforma que se introdujo a la Constitución para que el referendo o la consulta nacional se celebraran el mismo día de las elecciones ordinarias, en cuanto  un propósito nacional  como el de la  paz  entraba a ser parte de los intereses electorales de las fuerzas políticas que lo desnaturalizaban como expresión consciente del pueblo sobre su contenido y no como resultado de la sumatoria de votos ajenos a la paz propiamente dicha.

 Haber pensado, en efecto, que para obtener el porcentaje que requiere el referendo constitucional para ser aprobado en las urnas, se requería que otros intereses arrastraran un  número de votos  depositado con  objetivos distintos, implicaba, tácitamente, la confesión de   que el proceso de paz, por sí mismo, no generaba una determinante movilización del pueblo para aprobar lo que se acordare en La Habana.

Tal razonamiento refuerza la visión que algunos dirigentes hemos tenido en los últimos treinta años, en el sentido de  que el marco que ha servido para iniciar los  procesos de negociaciones de  paz, sin consideración a la normatividad imperativa del Derecho Internacional Humanitario, no sería bien entendido por el pueblo, pues, negociar y permitir, al mismo tiempo, hechos de lesa humanidad o atroces de guerra, entrañaba el riesgo previsible de desprestigiar las negociaciones, en cuanto a su viabilidad moral  y política.  Es lo que ha ocurrido, apreciado  Ministro.

Para  “salvar la situación” -que por supuesto tiene que ver con el desprestigio del proceso  de paz-, el Fiscal General de la Nación ha propuesto celebrar un referendo para conceder facultades  al Presidente  de la República, pero esta propuesta lejos de provocar el consenso, aparentemente ahondaría la división entre los colombianos. Son iniciativas ingeniosas, pero que no consultan la tradición democrática de nuestra nación.

En cambio, si lo que queremos es que no haya más víctimas mientras se negocia la paz, y me estoy  dirigiendo a quien precisamente fue autor  de la ley en defensa de sus intereses, la única vía -si  no se pacta el sometimiento al DIH- sería la de llevar a consulta nacional popular la decisión presidencial del cese bilateral al fuego y a las hostilidades.

Sí, señor Ministro. Sería  la última carta que podríamos jugar para salvar el proceso de paz.

Su amigo, Edmundo López Gómez

edmundolopezg@hotmail.com .