La apaleada Región Caribe…
A Eduardo Verano de la Rosa, líder caribe.
En artículo anterior, relacionado con proyectos del Gobierno para construir 100.000 viviendas para los más pobres tanto en el sector urbano como en el rural, expresamos nuestro apoyo a esa iniciativa. Y manifestamos nuestra confianza en que dicho plan se desarrollará en forma justa o equitativa en nuestra “apaleada Región Caribe”, donde el déficit de vivienda social es vergonzante.
Con todo, al leer una interesante crónica de El Nuevo Siglo sobre la continuidad del actual Gabinete del presidente Santos, podemos decir -con franqueza- que si los vaticinios del cronista resultaren ciertos, también nuestra Región Caribe continuaría maltratada, en cuanto se cerrarían las esperanzas de ser tenida en cuenta para darle una más justa participación en el cuerpo ministerial, cuando, siendo ocho los departamentos que la integran, sólo un ministro -de trece- la representa. Y la misma observación puede extenderse a la representación de esa zona del país en otros altos cargos dependientes del Gobierno, porque los nombramientos provienen de la discrecionalidad presidencial.
Y para qué hablar de otros asuntos, como el nuevo Régimen de Regalías, el cual, además de merecer reparos como los que hizo el economista Amylkar Acosta en su columna de El Nuevo Siglo, en el sentido de considerarlo una expresión contra la autonomía regional y que nos retrotraerá, según su visión, “a la retrógrada y confesional Constitución de 1886… que le arrebató a las regiones la propiedad del subsuelo”, significará, de contera, para varios departamentos de nuestra Región Caribe -en cuyos territorios se generan esos recursos-, una reducción cuantiosa de sus ingresos fiscales.
¡Ah!, y si nos detuviéramos a analizar, comparativamente con otras regiones, las inversiones que se harán con dineros de la Nación en las áreas de salud, educación e infraestructura vial, con las que se harán en nuestra Región Caribe, nos pondríamos a llorar…
Estas reflexiones nos llevan a plantear que la política de unidad nacional -por la cual en buena hora votamos- no puede prescindir de la concepción equilibrada del desarrollo regional y tampoco de tener acceso a una representación adecuada en el Gobierno central, en cuya formación hubo participación muy importante de los votantes, como ocurrió en la Región Caribe.
Así como existen indicadores para medir el comportamiento de la economía, deberían existir también indicadores que midan el comportamiento de los gobernantes con sus electores y, en ese sentido, nos da mucha pena decir que el Gobierno del presidente Santos está en deuda con la población de la apaleada Región Caribe que, pese a sus frustraciones, sin embargo, no se ha declarado aún en estado de rebeldía.
Pensamos que nuestros congresistas deberán percatarse de esa discriminación profunda y comenzar a ejercer una vocería altiva de la Región, pues, de una actitud pasiva, conformista, acobardada, poco será lo que se podrá esperar. Dolería que así fuera.
Con la ayuda de Dios, espero que no se agote la tinta de mi pluma, así sea para escribir sobre ilusiones…