Eduardo Vargas | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Febrero de 2016

Humanos

 

“Sentipensamientos son parte de nuestro diario vivir”

 

NO reconocer nuestras emociones equivale a deshumanizarnos.  Mientras estemos con vida, y en este diminuto planeta, los sentipensamientos -la mezcla indisoluble entre lo que pensamos y lo que sentimos- harán parte de nuestra experiencia cotidiana.  Hay emociones que nos gustan más, otras que definitivamente no tanto; y más allá de que las etiquetemos como buenas o como malas, las experimentamos como parte de nuestros procesos de aprendizaje vital.  Nos suelen gustar la alegría, el afecto, la euforia, así como nos pueden disgustar la tristeza, el enojo o el miedo, desde una aproximación general que no niega otras opciones vitales.  Todas ellas, junto con otras no menos importantes y recurrentes, nos acompañan a lo largo del camino.  Sin embargo, en nuestros afanes por mostrarnos política y socialmente correctos ante los ojos de los demás, podemos llegar a negar lo que nos ocurre por dentro.

“¿Cómo estás?” La respuesta automática es: “excelente y mejorando”. Sí, es recomendable el optimismo, pero este requiere tener una base real, para que no sea falso, engañemos a otros y, más doloroso aún, nos engañemos a nosotros mismos.  Si no estamos bien, si tenemos un problema o un dolor, es válido y necesario reconocerlo, no para quedarnos eternamente en la pena, sino para reconocer nuestra humanidad y la vida tal como es.  Hay momentos presentes que son de rabia, pues las cosas no han salido como queremos, hemos sido traicionados, nos han robado la billetera en el bus o han caído nuestras acciones en la bolsa. La rabia es legítima y es preciso atravesarla para resolver el conflicto. ¿Cómo la atravesamos? Sintiendo en qué parte de nuestro cuerpo está, expresándola apretando una pelota antiestrés, rayando una hoja de papel o gritando en la soledad de un baño. La soltamos y luego nos enfocamos en avanzar hacia soluciones concretas.

Otro tanto ocurre con el miedo: es absolutamente válido ante situaciones desconocidas, a sentirlo en un callejón oscuro y poco transitado, en una relación que se abre o ante la posibilidad de equivocarnos ante una decisión trascendental. Lo sentimos en el cuerpo, lo procesamos y, en un ejercicio amoroso con nosotros mismos, nos conectamos con la confianza y avanzamos hacia donde corresponda. Vamos con todo y miedo hacia la acción, sin dejarnos llevar por la parálisis.  Somos humanos, con nuestras luces y nuestras sombras, y con ellas es preciso que nos amemos, integrándonos por completo.  No hay manera de que en un día soleado deje de haber sombra; por el contrario, entre más intensa es la luz, más notoria es la sombra.  No es necesario vendernos a nosotros mismos y a los otros como súper-humanos; con ser humamos y estar cada vez más conscientes de ello basta.

@edoxvargas