EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Agosto de 2012

Juegos de la Vida

 

Por supuesto que tenemos motivos para celebrar tras la mejor presentación colombiana en los Juegos Olímpicos. Claro que estamos felices por lo hecho por Mariana, Catherine, Rigoberto, Óscar Albeiro, Jackeline, Yuri, Óscar y Carlos Mario, quienes merecen nuestra admiración, así como todos los deportistas olímpicos colombianos y el resto de hombres y mujeres que nos han deleitado con sus hazañas deportivas. Para ellos terminan los Juegos Olímpicos, pero los Juegos de la Vida continúan para quienes hoy amanecimos con vida. No siempre agradecemos seguir en estos Juegos, pues se nos suele olvidar nuestra condición de mortales y damos por descontado que mañana seguiremos viviendo, al igual que lo hicimos ayer y lo hacemos hoy. Pero cada día es un regalo, una oportunidad para jugar y obtener con ello otro tipo de victorias: las de los aprendizajes en la vida y para la vida.

Conseguir una medalla olímpica no es fácil para nadie; se requiere claridad en la misión, amor por lo que se hace, esfuerzo constante por dar lo mejor, confianza en sí mismo y en la vida, así como capacidad de transmutar las pérdidas en victorias, para asumir desde el gozo lo alcanzado y desde la serenidad lo no logrado. Son esos los mismos componentes que hacen posible alcanzar las victorias vitales del aprendizaje, que pueden ocurrir aquí y ahora.

Cuando nos conectamos con nuestra esencia y logramos conceder un perdón que estaba pendiente -horas o años, da lo mismo-, conseguimos una victoria integral, pues se sana nuestra emoción, se despeja nuestra mente, se alivia nuestro cuerpo y se reconcilia nuestra alma.

Ocurre lo mismo cuando comprendemos el sentido de una enfermedad que nos aqueja y que ha llegado como maestra, para enseñarnos a soltar lo que no nos corresponde tener -un resentimiento visceral, un miedo necio o una relación que ya se agotó-, y nos permitimos sanarnos. También alcanzamos la victoria cuando tras una quiebra o al atravesar una situación económica difícil, agradecemos por lo que hay, y con humildad volvemos a empezar; o cuando dejamos de lado la autocompasión, la victimización y la manipulación, y nos hacemos responsables de nuestra propia existencia.

Todas y todos participamos en los Juegos de la Vida, en los que no se trata de ganar a toda costa al que está a nuestro lado, sino de ganar conexión con la propia existencia, ganar en la ampliación de la consciencia. Esa es la medalla de oro: basta con avanzar un paso más en el camino del conocimiento interior y dar lo mejor de sí, desde el amor. Y si desde allí apoyamos a otros en el mismo intento, seremos todos ganadores de los Juegos de la Vida.