EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Octubre de 2012

“Nos hace falta ejercer nuestro derecho a ser completos, a reconocernos como totalidades”

 

 

BIO-APRENDIZAJES

Otros derechos humanos

Los derechos humanos sin duda nos han permitido avanzar como especie en cuanto a justicia, equidad, inclusión y bienestar general, que al menos desde la teoría nos marcan los derroteros a seguir si queremos mejorar nuestra convivencia, sobrevivir y preservar toda la vida del planeta. Ya vamos en la sexta generación de derechos humanos, como resultado de una larga historia de reflexión sobre la humanidad, iniciada hace milenios con la revisión de los códigos morales de las grandes tradiciones de sabiduría, que dieron paso a derechos políticos y civiles básicos, los de primera generación. La segunda se remonta a la revolución industrial, donde se consagraron los primeros derechos laborales; la tercera, referente a la autodeterminación, se forjó en la segunda posguerra. La cuarta no es referida a la humanidad directamente, pero sí a la conservación de animales y el trato ético hacia ellos; la quinta, tampoco para humanos en estricto sentido, se relaciona con máquinas, robots y software. La sexta tiene que ver con las modificaciones a humanos desde nano-tecnologías y robótica, principalmente.

Pero se nos están extraviando otros derechos humanos fundamentales, que tienen que ver con la misma esencia del ser humano: tenemos derecho a la espiritualidad, no como religiosidades impuestas o transmitidas culturalmente, sino como derecho a conectarnos desde lo que somos con todo lo creado. La física cuántica, que se toca con la espiritualidad, nos plantea la interconexión entre todos y Todo; ahí está el derecho a la no fragmentación del ser, a que nos comprendamos integralmente como seres en proceso evolutivo, a ser comprendidos como pequeñas totalidades inmersas en totalidades mayores.

No se nos ha hablado explícitamente de ese derecho. Por el contrario, muchas apuestas de derecho tienden a fragmentarnos: la administración de salud es un ejemplo. Ya nos acostumbramos a ir al sub-especialista, luego de trámites engorrosos, quien con buena voluntad, pero con una mirada estrecha, nos analiza el dedo gordo del pie derecho, sin que lo relacione con lo que estamos viviendo emocionalmente. Ahí perdemos, en aras a un derecho a la salud concebido en forma fragmentada, nuestro derecho a estar completos. Ahí falta espiritualidad, que no es del más allá, sino del más acá, que tiene que ver con nuestra integralidad.

Nos hace falta ejercer nuestro derecho humano a ser completos, a reconocernos como totalidades. Nos falta reconocer que si bien tenemos una estructura biológica, fundamental para la existencia, tenemos no sólo derechos físicos, sino emocionales, cognitivos y trascendentes. Si alguno de ellos nos es negado, estamos incompletos. Si alguno de ellos decidimos no usar, nos cercenamos. ¡Y no nos damos cuenta de ello! Tenemos derecho a estar completos como humanos, asumirnos como totalidades. Hay otros derechos humanos, que comentaré después.