EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Junio de 2013

El efecto de la gravedad (I)

 

Si  bien la fuerza del amor es inherente a todos, a todo, no es la única. De hecho, hay muchas otras ideas-fuerza que son contrarias al amor, en las cuales los seres humanos vibramos mientras decidimos despertarnos.  Estas ideas son tan poderosas, que parecen dominar al mundo: han sido transmitidas de generación en generación, por tantos milenios que ya perdimos la cuenta, y solemos creer que el mundo funciona así, que la vida es eso de lo que nos alimentamos todos los días.

Los conceptos resultan tan variados como mezquinos: vencer al otro, para que yo sea feliz, pasarle por encima y además burlarme en su cara por la derrota; aprovechar el papayazo que el otro da, pues el vivo vive del bobo; luchar contra (larga lista de cosas: la enfermedad, el jefe que no me quiere, los de otro partido u otra religión, que me quitan votos y fieles…); criticar y juzgar al otro, pues media humanidad vive de la otra media; celar, pues el otro me pertenece; perder la individualidad, o hacérsela perder al otro, pues ahora que somos pareja somos uno; envidiar, pues el otro no merece lo que le pasa, la suerte que tiene o que le lluevan las cosas del cielo. Creo que usted podría complementar la lista, ¿verdad?

En ese nivel de consciencia vibra el mundo y, sin embargo, nos preguntamos el porqué de las guerras, la miseria, las enfermedades y las muertes en vano.  Es parte de la evolución humana, es lo que hay. Pero no es lo único que hay, también hay otras apuestas, que podrían tener la clave para estados de vida mucho más armónicos. Encontrar esas apuestas implica esfuerzos, que no sacrificios, para salir de la zona de confort que nos vende el mundo. Ahí es cuando la mayoría no quiere y unos pocos deciden emprender un camino solitario.  Y aparece la gravedad.

Cuando alguien cambia para mejorar tiene alrededor muchos que se incomodan con el cambio.  Es una especie de urticaria social, que intenta minar el progreso del otro, por otra idea-fuerza egoísta: si yo no puedo llegar, pues que nadie llegue. Ascender en la escalera de la consciencia no es sencillo, ni se da de un día para otro, no porque se requieran características sobrehumanas, sino porque implica soltar los lastres que nos impiden subir.  Quienes no suben -y que no quieren subir, pues sí que pueden- van a hacer lo que puedan para evitar el ascenso.

Ahí es momento de decidir: subo, en mi camino, en mi vida, o me dejo halar hacia la bajeza del egoísmo y la falta de amor. ¿Sucumbe usted al efecto de la gravedad?

@edoxvargas