Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Viernes, 20 de Noviembre de 2015

“Otras relaciones con los conflictos son posibles”

 

ESENCIA

¿Lucha o amor?

 

LA  lucha no surte los efectos que esperamos cuando la iniciamos; por el contrario, termina alimentando el caos, engrandeciendo los conflictos. Esto lo evidenciamos en lo macro y lo micro. El terrorismo, financiado por los Estados, no se termina con más guerras, esas a los que los líderes mundiales nos condenan para ganar réditos políticos. Las luchas son como tornados, que se van alimentando de sí mismos dejando tras de sí destrucción y muerte. Pero como el discurso de la lucha vende en un mundo necesitado de comprar respuestas fáciles, seguiremos nutriendo los conflictos. En lo social también hemos decidido librar otras batallas, tal vez desde nobles propósitos pero desconociendo el curso de la historia y los aprendizajes que podemos tener de ella. Luchar contra la pobreza no funciona: lo que sí sirve es generar transformaciones a partir del amor, la fuerza que sostiene todo lo que existe. No el amor romántico, la emoción, pues la fuerza amorosa es mucho mayor que eso. Transformaciones desde la consciencia.

 

Cuando una persona lucha contra el cáncer tampoco resuelve el tema, pues está haciendo de la enfermedad una enemiga. Si iniciara un proceso de sanación desde el amor, es decir, ampliando la consciencia y reconociendo por qué generó la enfermedad, podrían darse resultados menos traumáticos, así se pase por amputaciones, quimios y radioterapias, que son maneras de tratar el cáncer, pero no las únicas y necesariamente las más efectivas. Lo mismo puede decirse de luchar contra el VIH, la epilepsia, la tuberculosis. La lucha es una forma de relacionarse con los conflictos que tenemos los seres humanos cada día, en lo pequeño y en lo grande, en lo interior y lo de afuera, aprendida desde las culturas patriarcales. Y lo que tenemos como resultado es más muerte, más dolor que llega al sufrimiento, más rencor, en espirales de desamor. Algo como humanidad nos falta por aprender y tal vez sigamos empecinados en no hacerlo.

 

Otras relaciones con los conflictos son posibles. Como desde nuestras cotidianidades difícilmente seamos escuchados por las personas que ejercen violencia, la transformación corresponde a cada ser humano, desde adentro hacia afuera. Necesitamos ir más allá de expresar nuestra solidaridad e indignación ante las tragedias. Necesitamos transformar a las únicas personas que podemos cambiar: a nosotros mismos. Sí, tardaremos años -posiblemente siglos- en generar una masa crítica lo suficientemente grande para pasar de la confrontación a la contención, pero en algún momento tendremos que empezar. Amor por nosotros mismos y la vida, los otros, la naturaleza. Amor que nos contenga mutuamente y nos permita crear redes de conexión profunda. Guerra hay, amor también; cada quien decide si perpetúa relaciones de lucha o construye relaciones de amor.

@edoxvargas