EDUARDO VARGAS PhD | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Noviembre de 2012

¿Talento o “ta lento”?

 

“Parte del trabajo que tenemos por hacer en la vida es descubrir cuáles son”

 

Durante  muchos años fue incomprensible para mí la parábola de los talentos.  No entendía cómo a quien se le había dado poco se le quitaba eso escaso que tenía, para entregárselo  a aquél que tenía mucho.  Es posible que a usted le pase lo mismo, y que desde ese mismo miedo y esa misma desconfianza que tuvo el siervo del relato –que escondió el talento que se le había dado– decida también usted esconder sus talentos.  Ya no son las monedas de la antigüedad, sin que los talentos son ahora los dones que nos han sido dados, las potencialidades para entregar al mundo lo mejor de nosotros.

Cada quien tiene sus propios talentos, correspondientes al aprendizaje vital de su experiencia humana.  La lista es tan larga como los miles de millones de personas que habitamos el planeta: nadie, absolutamente nadie, está despojado de talentos.  Así pues, parte del trabajo que tenemos por hacer en la vida, tal vez uno de los más importantes, es identificar, descubrir, cuáles son esos talentos.  Hay personas que los descubren muy tempranamente y enfocan desde su infancia o adolescencia sus esfuerzos para desarrollar esas habilidades.  Otras personas los identifican, pero por múltiples razones, se extravían en el camino dejando los talentos dormidos, en pausa.  Y hay otros seres humanos que, desde el miedo, la desconexión de sí mismos, la pereza o la desconfianza, no se aventuran interiormente para identificar esos talentos, que pese a ello siempre dan muestras de estar presentes.

A veces estamos muy lentos en descubrir esos talentos.  O demasiado lentos en utilizarlos, no sólo para el bien propio sino para el bien de toda la raza humana.  Porque no hay talentos más importantes o más pequeños que otros, simplemente diferentes, para que puedan complementarse en amor y en armonía.  Posiblemente conocemos de sobra nuestros talentos, y somos tan buenos en esas capacidades que nos da pereza incrementarlos o ponerlos en práctica.  Tal vez nos creemos eternos, y pensamos que aún no es el tiempo correcto para ofrecer al mundo esos talentos.  Sí, es verdad que todo tiene su tiempo, pero no por ello es preciso dormirse a la espera de las “mejores condiciones” que a lo mejor no llegarán.

El momento de brindar al mundo los talentos es aquí y ahora, pues no tenemos en realidad otro espacio ni otro momento para hacerlo.  Es en presente como podemos aportar al mundo eso que vinimos a aportar, eso que está consignado en ese contrato sagrado que firmamos con la Divinidad antes de encarnar.  ¿Cuáles son sus talentos?  ¿Qué le falta para ofrecerlos? Si ya lo sabe y los usa, ¡magnífico! Si aún falta, no espere más y actúe amorosamente.