La fábula del alacrán y la rana ha servido para ilustrar muchos ejemplos de la vida cotidiana y, en especial, de la política. Recordémosla: en la orilla de un río, posaba apacible una rana, cuando se le acercó un alacrán, el cual le pidió de forma muy amable que le hiciera el favor de pasarlo sobre su espalda a la otra orilla. La rana, sorprendida, le respondió que de ninguna manera, porque con seguridad el alacrán, una vez sobre ella, sacaría su aguijón venenoso y la mataría. El alacrán le aclaró que si la mataba, ambos se ahogarían. La rana se convenció y accedió; pero antes de llegar a la orilla, el alacrán sacó su aguijón y la pinchó. La rana, envenenada, moribunda y ahogándose, le preguntó: "¿por qué lo hiciste?" Y el alacrán le respondió: "lo siento, es mi naturaleza."
En Colombia podría pasar igual. Gustavo Petro está empeñado en imponer un "proceso constituyente" por fuera de la Constitución, siguiendo el libreto de la dictadura venezolana. Allá, Maduro, aprovechando una profunda crisis política, social y económica provocada por el régimen y en medio de protestas callejeras, convocó una asamblea constituyente. En el discurso dijo que no se trataba de una constituyente de "partidos ni de élites", lo mismo ha dicho Petro aquí.
Maduro lo hizo mediante decreto, porque la Constitución venezolana así lo permitía. Los integrantes de la asamblea fueron elegidos por regiones y sectores, mediante un voto selectivo y secreto. Los constituyentes fueron escogidos por el régimen entre trabajadores, campesinos, estudiantes, indígenas, pensionados y comuneros. La Asamblea terminó integrada por 545 miembros. Su período fue establecido por dos años y sesionó por más de tres. La Asamblea tenía la misión de redactar una nueva Constitución y nunca lo hizo. Pero sí asumió funciones plenipotenciarias por encima de las ramas del Estado.
La Asamblea de Maduro creó inmunidad para altos servidores públicos, modificó las elecciones, excluyó a los partidos de oposición, reformó las fuerzas armadas, destituyó a la Fiscal General, institucionalizó las milicias o colectivos chavistas y legalizó capitales ilícitos, entre otros desafueros.
Aquí, Petro (el alacrán) ha convencido a las mayorías del Congreso (la rana) de que si le aprueban sus reformas nefastas, desistiría de convocar su "constituyente". Y llegó a "acuerdos" con senadores liberales y de La U, para la reforma pensional y, tan pronto le aprobaron el proyecto, les clavó el aguijón a los liberales a quienes les había aceptado bajar el umbral de cotización de 4 a 2,3 salarios mínimos; una vez aprobado, Petro anunció al país que pedirá a la Cámara subirlo a cuatro salarios mínimos legales.
Cada día es más fuerte el rumor de un decreto de "conmoción interior", en medio de la más profunda crisis política, no provocada por él; de un desbordado orden público en el país, no por su culpa; del crecimiento exponencial de cultivos de coca (250 mil hectáreas), heredado de su antecesor; y de una recesión económica, debido a factores externos. Desde luego, no mencionará la corrupción. Y este martes 23 de abril de 2024, dijo que no pretende quedarse en el poder más allá de agosto de 2026; se está subiendo en la espalda de la rana.
Los colombianos debemos aprender de la fábula. No podemos confiar en alguien cuya ambición es tan desmedida que no le importa destruir las mismas instituciones que le permitieron llegar al poder.
@ernestomaciast