EN el marco de la celebración de la Independencia no se ha destacado de manera suficiente el papel que jugaron en la lucha por la emancipación las mujeres a quienes se les ha dado el titulo glorioso de heroínas. Tal es el caso de Antonia Santos Plata.
Un 25 de julio de 1819, hace precisamente ayer 200 años, Antonia Santos fue condenada a muerte junto con sus compañeros de causa, Pascual Becerra e Isidro Bravo, por un Consejo de Guerra a órdenes del coronel Lucas González, jefe militar de la provincia de El Socorro. Ese día, de ingrata recordación, al mismo tiempo fue glorioso porque el coronel Juan José Rondón salvó la patria en el Pantano de Vargas que marcó el derrumbe de las tropas realistas que fueron derrotadas de manera definitiva en la batalla de Boyacá. La ejecución fue el 28 de julio siguiente, y su sobrina, Helena Santos Rosillo, de 16 años, con quien había sido capturada, fue violada y degollada el 8 de agosto de ese mismo año.
Antonia Santos había nacido un 10 de abril de 1782 en el hogar que fundaran Pedro Santos Meneses y Petronila Plata en Pinchote-Santander; población que él había ayudado a fundar. Santos Meneses se había vinculado al movimiento insurreccional de 1781 que encabezó su amigo José Antonio Galán quien, por liderar el descontento social en esa importante región contra las autoridades coloniales, fue ejecutado el 2 de febrero de 1782 de la manera más cruel y despiadada con sus compañeros Lorenzo Alcantuz, Isidro Molina y Manuel Ortiz por el delito de lesa majestad.
Cuando esa terrible noticia se conoció en Pinchote, Petronila estaba a punto de dar a luz, entonces su esposo -según nos recuerda Santos Molano- le dijo: “Si es varón se llamará Antonio, y si es mujer, se llamará Antonia, como un homenaje a la memoria de mi amigo José A. Galán, el más grande héroe que han visto estas tierras de la Indias Occidentales.”
La líder de Pinchote había organizado con un grupo de sus trabajadores y parte de su familia lo que se conoció como “guerrilla de Coromoro y Cincelada,” en la antigua provincia de El Socorro, para enfrentar el terror que se había desatado durante los tres años que duró la época de la Reconquista. Las actividades de este movimiento rebelde las coordinaba desde la hacienda El Atillo, que a su familia le había dejado su padre, y dicen los cronistas que sus acciones retrasaron el avance de las tropas de Barreiro, lo que le dio ventaja al ejército patriota para su triunfo en el Pantano de Vargas y la batalla de Boyacá.
Antonia Santos nos dejó un legado de dignidad, de sacrificio y de humildad que ha enaltecido a la mujer colombiana a lo largo de estos 200 años de historia y lo seguirá haciendo ante las generaciones venideras. Por ello llevará por siempre el título de heroína con Policarpa Salavarrieta, Manuela Beltrán, Mercedes Ábrego y un grupo significativo de mujeres esforzadas que sacrificaron su vida por la causa de la Independencia.