

Lo que pasó con Javier Milei, presidente de Argentina, con la supuesta criptomoneda $Libra todavía tiene repercusiones. Un solo trino abrió una caja de pandora. Pero ¿qué hay más allá del escándalo?
Lo que pasa con algunas criptomonedas muestra el ferviente deseo de las nuevas y viejas generaciones de convertirse en millonarios en cuestión de minutos. Febrero de 2025 será un mes histórico para la Argentina. El presidente Javier Milei promovió la criptomoneda $Libra en la red social X. Su apoyo a la divisa digital hizo que muchas personas invirtieran en la moneda, que terminó desplomándose después de que los desarrolladores retiraran más de US$80 millones apenas una hora después de haberla creado.
La respuesta del admirado gobernante fue tajante y buena medida argumentada: "No tengo nada que ocultar ni esconder", dijo el mandatario en una entrevista. "Yo obré de buena fe. Si vos vas al casino y perdés plata, ¿cuál es el reclamo, si vos sabías que tenía esas características?"
El episodio de Javier Milei con la criptomoneda $Libra retrató varios puntos que todavía deben ser analizados. El primero: el mundo irreal de las monedas digitales o las criptomonedas. La era cripto ha sido la era de la volatilidad. Han pasado cientos de episodios en las que se pierden miles de millones de dólares en cuestión de horas o días por cuenta de los famosos ‘memecoins’.
¿Qué son los ‘memecoins’? Muy sencillo son nuevos tipos de monedas cripto que reciben el apoyo de una figura pública muy relevante y luego se generar una suerte de bola de nieve de dinero. ¿Cómo funciona? En términos sencillos: una figura reconocida lanza, o en la mayoría de casos recomienda, una moneda cripto, lo que acelera las ganas de los inversores por comprar.
Cuando hay mucha demanda, el precio crece exponencialmente. Pero en cuestión de minutos, ese mismo activo comienza a bajar de precio vertiginosamente y los primeros inversores que compraron caro tienen que vender muy barato.
Lo que nos lleva al segundo punto: las estafas. Nicholas Weaver, experto en criminalidad informática, explicó en una entrevista con BBC Mundo algo que parece simple de entender, pero que es el corazón de las criptoestafas.
“Básicamente, por cada dólar que alguien ganó en criptomonedas, alguien más perdió dos. Y eso no es una inversión, es como apostar en las carreras de caballos”, explicó el experto Weaver. Muy en concordancia con el postulado del presidente de Argentina, Javier Milei.
Una de las tantas cosas negativas que dejó la pandemia fue la hiperconexión de los más jóvenes, sumado al factor de la excesiva impresión de dinero. Esto suena increíble, pero la pandemia hizo que tuviéramos dinero en el bolsillo y la forma que encontramos para gastarlo fue en monedas digitales que no tienen ningún valor real, ningún respaldo real y sobre todo ningún sustento legal.
Entonces la combinación es perversa y perfecta. Millones de jóvenes tenían tiempo, hiperconexión y recursos calientes para gastar. Todos encontraron en las criptomonedas dos cosas: emoción y apuesta. Es una nueva forma de juegos de azar. Puedes perder todo o ganar todo en un solo movimiento. El problema es que casi siempre pierde el inversionista y gana el delincuente cibernético