Lamentable lo acaecido en Haití, repudiable el asesinato del presidente Jovenel Moise. Las noticias son confusas, ingrata la confirmación del número de mercenarios colombianos contratados por gobiernos y empresas de diferentes países para operaciones militares, en este mundo mal globalizado.
Ojalá que la investigación avance, se conozcan los nombres de los autores intelectuales y materiales del vil atentado; hasta el momento está confirmada la presencia de mercenarios, aparecen versiones contradictorias sobre si fueron ellos quienes lo ultimaron o llegaron al lugar del acontecimiento después. Un excandidato a la presidencia haitiana sindica a miembros de la guardia del primer mandatario, se indaga la participación de empresarios y políticos en el magnicidio, crece la sospecha sobre el ministro Claude Joseph encargado en ese momento del poder, quien había sido relevado y en pocos días entregaría su cargo.
Ojalá que se descubra como aconteció el suceso, acertada la posición del presidente Iván Duque de prestar colaboración y enviar a expertos en inteligencia para que contribuyan a dilucidar circunstancias y responsabilidades. Si bien las relaciones con Haití provienen de mucho tiempo atrás, en los últimos años están a cargo del embajador en República Dominicana y existe un Consulado ad-honorem en Puerto Príncipe.
Recuerdo que el 18 de julio del 2019 se reunió en Nueva York el canciller Carlos Holmes Trujillo con su homólogo Boceti Edmond, que el 20 de enero del 2020 en el marco de la III Conferencia Ministerial Hemisférica de lucha contra el Terrorismo y la entonces ministra de Relaciones Exteriores se entrevistó con dicho funcionario. Sería bueno conocer si en los encuentros se trató el tema de mercenarios en Haití o solamente lo atinente a asuntos de cooperación bilateral previamente programados.
Las Fuerzas Armadas de Colombia no disponen de información ni de control respecto de las actividades que desarrollan los militares retirados, conducente analizar el tema, adoptar determinaciones relacionadas con la suscripción de contratos de este tipo por gobiernos y entidades privadas no solamente en el caso de Haití.
Mercenarios han formado parte de las estructuras de la subversión y delincuencia en la historia, el problema es múltiple, equivocado soslayarlo, un mercenario es una persona con experiencia militar que participa en un conflicto por paga sin consideración por la ideología, nacionalidad, preferencias políticas o religiosas del bando que lo remunera. Oportuno recordar que Suiza prohíbe a sus nacionales el servicio como mercenarios, con excepción de la Guardia Suiza y que la ONU en 1989 aprobó la Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios.
Ojalá que la situación de la hermana Nación mejore, ella merece mejor suerte, ha sido afectada por catástrofes como el terremoto del 2010, cuyas devastadoras consecuencias subsisten. La Organización de Naciones Unidas, la de Estados Americanos y el continente entero tienen la obligación de actuar solidariamente para ayudar a que Haití supere la crisis y logre la estabilidad democrática que le permita avanzar hacia la conquista de avances sustanciales políticos, sociales y económicos.