Con un debate electoral “cargado de tigre” se llega el próximo fin de semana a la primera vuelta de las elecciones presidenciales y nos aprestamos los colombianos para ejercer el derecho y deber al ejercicio del sufragio, en el cual se ancla nuestro sistema democrático.
Lamentablemente, por primera vez en mucho tiempo, hay un mal sabor con la función de la autoridad electoral; por una mala actuación en las elecciones parlamentarias del pasado marzo, en las cuales aparecieron luego de las cuentas iniciales, un millón de votos más, favoreciendo especialmente a uno de los grupos del debate y este es el momento en que no tenemos claro a que se debió dicha imprecisión. Si eso mismo llega a pasar en las presidenciales, “apague y vámonos”. La confianza está en veremos y esperamos que no se repita lo sucedido por el bien de la patria. La solución no es una auditoria internacional que reemplace la labor de la Registraduría, sería como ponerle auditor al auditor.
Con razón, el diario El País de España, señalaba en esta semana con base en una encuesta que adelantó, que un 85% de la población se fía poco o nada de las instituciones electorales y un cuarto de los colombianos ha perdido la fe en el voto como el mejor sistema. Dentro de los más desesperanzados, se cuenta la izquierda, los jóvenes y los estratos bajos. La desconfianza en el sistema democrático viene creciendo desde hace algún tiempo; esta vez le pasa factura a los partidos tradicionales que han venido manejando el país. Esperemos que el deterioro se detenga, pues por lo que hemos visto en otros países; luego sigue el descredito institucional para desconocer la Constitución, sus instituciones y el sistema legal, lo que implica el derrumbe de la democracia.
El fragor del debate no ha contribuido mucho para mejorar la confianza de los colombianos en su sistema. Hemos presenciado un proceso electoral polarizado, agresivo, lleno de imputaciones reciprocas; donde se extreman las ideologías de derecha e izquierda y en la mitad aparece un centro insípido que no conquista al elector. Se hacen afirmaciones peligrosas sin corroborar la información, como que se piensa cancelar o aplazar el proceso electoral o que se expían las campañas. O peor aún, se amenaza a los candidatos y se les enfoca con rayos laser en pleno acto público. Estamos dando una verdadera muestra de nuestra incultura democrática. No podemos olvidar que la democracia proviene de un acuerdo social, según el cual todos podemos participar y es el sufragio el que toma las decisiones.
Afortunadamente no todo está perdido, el 67% sigue creyendo en la idea abstracta de la democracia como sistema de gobierno, que puede mejorar la vida de los colombianos. Esperemos una copiosa presencia en las urnas; que los ciudadanos ejerzan su derecho a elegir y que el próximo gobernante respete la institucionalidad del país para cumplir sus programas dentro del marco de la Constitución y la ley.