La Guajira, ese idílico paraíso que, desde Punta Gallinas, dijo: aquí empieza Colombia territorio libre de América, ha sido convertida en tierra de nadie por la parranda de contrabandistas, políticos y corruptos que la invadieron.
Las familias de nativos que convivieron por años en sana paz con los indígenas, si alguien no osaba merodear sus bellas mujeres, gozaban de todo lo necesario. Los cambios climáticos los proveían de agua suficiente, con benéficos y abundantes aguaceros que almacenaban en lagunas cercanas a tribus y pequeños poblados.
Era poco lo que demandaban, porque la tierra los proveía de comida -nunca faltaba el chivo asado- y había un comercio con barcazas que deambulaban por la costa atlántica.
La pobreza que hoy estremece a sus gentes no era conocida, mucho menos la inseguridad y las bandas criminales que hoy imperan.
A la Guajira le cayó la roya, cuando “los cachacos”, aprendieron a tomar whisky fino, el Chivas y el “Old Valledupar”, porque se abrieron de par en par las puertas del contrabando de licores.
Así se fueron corrompiendo las costumbres del bello territorio guajiro. Aparecieron impuestos, aduanas, autoridades y traficantes. Muchos presidentes, gobernadores y dirigentes, se dolieron y empezaron a construir carreteras que rápidamente se convertían en caminos devorados por la arena. Hoy no hay por donde pasar de un lado a otro. Han florecido los guías cuyos conocimientos les crean empleos que permiten el tráfico de ciertos vehículos especiales para terrenos desérticos.
Difícil para inversionistas crear empresas que generen empleos, porque han aparecido líderes indígenas expertos en extorsionar y conducir protestas que hacen imposible el progreso. Detrás están ciertos grupos políticos que manejan el mercado de votos durante las épocas electorales. Por ello es de admirar la gestión que desarrolla el doctor Luis Carlos Sarmiento para redimir a La Guajira.
Parece imposible redimir el más bello territorio que tenemos en el nororiente, para dar cabida a millares de compatriotas que han caído en las peores garras. Hasta razón tuvo el presidente Petro cuando entregó La Guajira a la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo, porque allí todo es desastre nacional. Pero no es solamente agua lo que se necesita. Es desarrollo, gestión gubernamental, equidad, empleo, autoridad, justicia, paz y civismo.
Ahí está el detalle: no se podía enviar a alguien que solo sabe de desastres, apocalipsis, cataclismos y catástrofes. Urgía una persona que conociera cómo se soluciona el problema del agua, que supiera que carrotanques, no se pueden desplazar por los caminos de La Guajira. Que se enterara que allá, el agua se suministra con jagüeyes, pimpinas y motos. Que la labor de la UNGRD, no era hacer dudosos negocios con unos vehículos que allí no funcionan, sino de remediar y solucionar los problemas con inteligencia y conocimiento. Infortunadamente el señor López, continuará ordeñando presupuesto, mientras La Guajira va hacia la Adversidad que le ha trazado un gobierno que no ve lo que viene.
BLANCO: El éxito con que avanza la Vitrina Anato, que trae más 40.000 participantes. Extraordinario éxito el de Paula Cortés y de Colombia. Hasta hoy está abierta.
NEGRO: Increíble la nueva modalidad de asaltos al ejército, con engaños a los reservistas. No podemos dejar solas a nuestras FFAA.