En el trasegar de la pandemia es unánime el reconocimiento cuotidiano al papel que han cumplido los médicos y el personal paramédico en la atención que se le está brindando a la gente por obra del coronavirus Covid-19; sus esfuerzos se ven reflejados en los 760 casos de contagio que se registran hasta el 15 de mayo por enfrentar de manera directa la pandemia, sin lo cual no se salvaría el número apreciable de personas que lo ha logrado, a pesar de los decesos.
Por ello vale la pena recordar la tarea que han realizado los médicos en las diferentes pandemias que ha sufrido la humanidad. Entre los muchos médicos que se han destacado por su entrega en el manejo de este tipo de enfermedades, hoy queremos recordar el rol que jugó, hace un siglo, en el marco de la gripa española -según cuentan las crónicas- el médico, científico y filántropo venezolano José Gregorio Hernández Cisneros, conocido como el médico de los pobres, y recordado por su solidaridad con la causa de los desvalidos, por su generosidad sin límites y su elevado sentido de la caridad cristiana, dentro y fuera de Venezuela.
A comienzos de octubre de 1918 llegó a Colombia y Venezuela la pandemia de la gripa española que se prolongó hasta agosto de 1919. De Bogotá se extendió a Boyacá, que fue la región más afectada después de la capital, en donde dejó cerca de 2800 muertes de personas entre los 20 y los 40 años. Por esas calendas acababa de llegar del exterior al hermano país el médico José Gregorio Hernández de su último viaje de actualización en Embriología e Histología y, a partir de ese momento, en asocio de su amigo y colega Luis Rasetti, apoyado en sus conocimientos científicos y su experiencia en ciencias experimentales, se dedican a hacer pedagogía para explicarle a la ciudadanía de su país el alcance de la enfermedad y las posibles consecuencias letales de la pandemia que terminó afectando a la tercera parte de la población mundial.
Con sus recomendaciones se evitaron tratamientos caseros equivocados y se aclararon noticias falsas, lo que contribuyó a salvar muchas vidas. En esa campaña pedagógica pudieron comprobar que los hospitales eran sostenidos por la caridad pública y el apoyo de la Iglesia. El 80% de la población de ese entonces se enfermó de gripa y, lo mismo que ahora, muchas actividades y servicios colapsaron y se suspendieron todos los eventos públicos.
Lo que quiero destacar en esta nota es el perfil de hombre de ciencia que distinguió al virtuoso médico José Gregorio Hernández y la enorme ayuda que tuvo oportunidad de brindar en el asesoramiento al gobierno de su país, en las medidas para aliviar el dolor de los humildes -que le recomendó su madre-, y salvar vidas con su vocación de servicio. Su vida fue un apostolado de santidad al punto de que muchos lo han considerado santo y todavía no ha sido canonizado por la iglesia católica. José Gregorio Hernández es considerado el venezolano que más influyó en su país en el siglo XX.