Decente. Es el calificativo que definiría la vida y obra de Jimmy Carter. Idea que reforzó en su larga condición como expresidente, cuarenta y un años. Y tan sólo cuatro como Presidente. Le tocó un período muy turbulento (1977-1981). Siendo Gobernador de Georgia visitó a Colombia a mediados de 1972. Era el gobierno de Misael Pastrana. Visitó entre otros a Jorge Valencia Jaramillo, entonces Ministro de Desarrollo Económico. A Carter le interesaba fomentar una relación más estrecha entre los Estados de la Unión Americana y los países. Conversé en la antesala unos minutos con él y quedé realmente impresionado por su sencillez y actitud descomplicada.
Quiero destacar dos dimensiones de su gestión gubernamental. En primer lugar, su método de trabajo. Él mismo lo describe en sus memorias, "Keeping Faith", y me parece que todavía hay mucho que aprender de esa experiencia. Preservó una relación cercana con su esposa Rosalynn y se aseguró de que todos los jueves cenarían juntos para ponerse al día en las cuestiones del hogar y del gobierno. Tan sólo tres miembros de su gobierno podían ir a su oficina sin previo aviso, únicamente con la información de que en ese momento el Presidente estaba libre. Los demás deberían obtener la cita previa. Prefería que le enviaran memorandos y no conversaciones que estimaba le tomaban mucho tiempo (cinco o diez minutos). Al comienzo llegaban sesenta o setenta documentos, diariamente, a su escritorio. Y, además, boletines de noticias e informes diplomáticos relevantes. Hizo reuniones de trabajo para reducir esta carga y organizó unas sesiones de lectura rápida. Dice que así se hizo tolerable la carga de lectura. Entonces pudo descansar después de la comida. También aligeró la carga escribiendo sus comentarios en las márgenes de los documentos y reenviándolos a sus autores. Y con frecuencia escribía a mano a los congresistas o a gobernantes para darles un toque muy personal a estos mensajes.
En el trato con el gabinete tuvo una experiencia similar. Al comienzo, una sesión plenaria los lunes en la mañana. Pero con el tiempo fue reduciendo el número de los participantes y el temario. Le preocupaban mucho las filtraciones, pero pronto se dio cuenta que igual ocurrían con sesiones amplias que reducidas. Su gabinete tuvo una gran estabilidad. Pasaron más de treinta meses antes de realizar el primer cambio. Y, como otros Presidentes, también sufrió la soledad del poder. Una vez que ya tenía las opciones decisorias no dejaba pasar un día sin resolver.
La negociación y firma del Tratado Torrijos-Carter fue la más relevante para Colombia. Y una en la cual el presidente López Michelsen jugó un papel crucial. El 7 de septiembre tuvo lugar la histórica ceremonia. López no permitió que los derechos que Colombia tenía en el tratado anterior se convirtieran en un obstáculo para la negociación. Prefirió que estos se los reconociera la propia Panamá. Una decisión audaz que lo enaltece. Creo que Carter mantuvo con él una especial amistad.
El diario de Carter en su entrada del último día en la presidencia nos revela mucho de lo que fue esta experiencia para Carter: “Martes, enero 20, 1981. No he estado en la cama desde temprano en la mañana del domingo y estuve desanimado y casi exhausto" ¡¡¡Es que estaban en juego las vidas de cincuenta y dos americanos secuestrados en Irán ya durante 444 días!!!” Recordemos. Los liberaron durante la ceremonia de posesión de Reagan. Carter los visitó en Wiesbaden, Alemania, el día siguiente. Así terminó su servicio como Presidente.