El gobierno bipolar | El Nuevo Siglo
Lunes, 20 de Mayo de 2024

El gobierno actual, en tanto estuvo de ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, consiguió que el oficialismo, así como algunos conservadores y los liberales, más otros partidos le aprobaran el presupuesto más cuantioso de la historia reciente, algo más de 400 billones de pesos. Un gobernante con visión habría invertido gruesas sumas de esos recursos para reactivar la economía e impulsar el desarrollo. No fue así. Siendo que era el mejor momento para fomentar el empuje de la producción y facilitar el crédito blando a los empresarios, comerciante y productores, para muchos expertos era el momento para fomentar la inversión petrolera y darle un impulso positivo a Ecopetrol.

A Ocampo, quien consigue semejante caudal de fondos, en muestra de agradecimiento el gobierno lo despide. Mientras estuvo de ministro consiguió que Ecopetrol mantuviera la producción y generó confianza a las compañías nativas y extranjeras. Al salir, comienza el descalabro de la estatal petrolera, la que más dividendos le aporta a la economía nativa. Por decisión de los altos jerarcas oficiales la dan un trato hostil a los empresarios ligados al negocio. Además, proclaman que son contrarios a la explotación del crudo. En consecuencia, la acción de la empresa cae, varias compañías extranjeras se van y las utilidades se desploman, creando una grieta en la economía que ya se comienza a sentir. Fuera de eso decretan un alza de la gasolina ruinosa para muchos de los que trabajan y viven del transporte, como los taxistas, transportadores locales y los que llevan y traen mercancías de los puertos, lo que eleva el precio de sus cargas, determinando que algunos productos no sean rentables para exportar ni importar. Ese colosal impuesto indirecto afecta a todos los colombianos negativamente, pese a que se habría podido graduar en tanto se impulsaba la economía.

Y lo anterior no ha sido lo peor, lo más grave es que se ha le da un golpe bajo a la confianza inversionista. Entonces, algunos capitales se van para el exterior y otros, que esperaban invertir en Colombia, deciden buscar oportunidades en otros países. Así es como encontramos que pese a haber aprobado semejante presupuesto billonario, la economía no reacciona. Sin contar que se ha paralizado la construcción de numerosas carreteras y la reparación de otras. Fuera de la carga ruinosa de dejar que la inseguridad que campea en casi todo el territorio nacional. La equivocación política del gobierno en sus inicios y el mal manejo de los recursos, junto a la demagogia anarco-socialista, propinan un duro golpe a casi todos los sectores productivos y al ciudadano de a pie.

La construcción que se habría podido fomentar desde el gobierno para generar empleo, está de capa caída. No es de sorprender que la economía apenas crezca algo más de cero, es decir, que se estanque. ¿Cómo va mejorar la tasa de empleo con los índices de productividad en casi todos los reglones a la baja? Fuera de eso, al subir los costos del transporte las clases populares son las más afectadas, en particular en nuestras grandes ciudades. Al caer los ingresos de los trabajadores y pretender subir los impuestos a los particulares, se produce un golazo contra la economía y se da otro duro golpe a la población más necesitada.

Pese a esa situación de incertidumbre, las noticias se tornan más alarmantes en cuanto se conoce el cuantioso volumen en despilfarro y sobrecostos o corrupción que se denuncian o conoce la población todos los días. Son miles y miles de millones que pasan a los bolsillos de los corruptos. Para colmo, en varios casos se trata de fondos que supuestamente deberían producir un beneficio social en las zonas más deprimidas, como pasa con los escándalos conocidos en La Guajira.

Si acudimos el mapa de la violencia en Colombia, vemos cómo se extienden los secuestros, los asesinatos, los crímenes de todo tipo y lo que se está generando en algunas zonas del país es la paz de los sepulcros.

Otro sería el cantar si se acallara la demagogia oficial contra el capital, si se hubiesen promovidos los créditos blandos a los agricultores, los pequeños industriales y comerciantes. Lo mismo que fomentado el turismo. Claro, con un gobierno de corte bipolar, las cosas van de mal en peor.