La lista Sneyder (que es la que el funcionario de la unidad de desastres que dirigía Olmedo López ha divulgado fragmentariamente, y que dice que completará cuando la fiscalía le otorgue protección y principio de oportunidad), es probablemente el episodio más nauseabundo de corrupción política que ha presenciado el país en muchos años.
La justicia tendrá que decir -y ojalá pronto- la última palabra. Por el momento queda flotando en el ambiente una gigantesca nube tóxica de corrupción con la que parece que se buscaban comprar los votos parlamentarios necesarios para aprobar -ya no solo con torpes fórceps políticos y mermelada agria- las reformas presentadas por el gobierno Petro (que era lo que creíamos ingenuamente algunos que estaba sucediendo).
Ahora los indicios apuntan hacia una nauseabunda operación de mayor calado con dineros públicos, destinada a comprar la conciencia de parlamentarios y de los presidentes de las dos cámaras.
Desde el punto de vista político -pues desde el ángulo penal quienes tienen la última palabra son la fiscalía, los jueces y las demás entidades de control- es claro que las reformas presentadas por el gobierno Petro han quedado con un ala rota y han perdido toda legitimidad desde este momento. Y este bochornoso episodio de los carrotanques de la guajira arriesga a sepultarlas definitivamente.
El famoso "golpe blando" del que tanto había hablado la casa de Nariño en estos días, lo resultaron dando las explosivas declaraciones de Sneyder Pinilla.
No deja tampoco de ser extraña la noticia de que se está organizando una comisión intergubernamental, con asesoría de los Estados Unidos, para mirar los casos de corrupción más notables del país. Y aconsejar procedimientos hacia el futuro.
¿Por qué y para qué a estas alturas? ¿acaso no existe un consejo de política criminal en Colombia? Este injerto de comisión en pleno escándalo sobre las tropelías cometidas por los directivos de la agencia que atiende desastres en Colombia suena más a un distractor de opinión que a un verdadero propósito para mejorar la legislación, y sobre todo las prácticas administrativas de quienes dirigen las entidades como la Ungrd.
Estos no son tiempos para llamar nuevas comisiones con gringo a bordo, sino para aplicar la ley con rigor y designar con cuidado a quienes están manejando recursos públicos. No sobra recordar lo que decía Clemanceau: “si usted quiere hacer algo, hágalo; si no quiere hacerlo, cree una comisión”.
De ahora en adelante sobre todas y cada una de las leyes y proyectos de ley que contienen las reformas a la salud, a las pensiones, y a la legislación laboral entre otras, quedara gravitando la justificada suspicacia de que se compraron con pactos simoniacos.
La lista Sneyder ha terminado por darle el temido "golpe blando" al gobierno Petro.