Los golpes blandos, esos de los que tanto denigra el presidente Petro, lo obligaron, sin percatarse, a posar sus rodillas en tierra frente a Trump, el mandamás de los Estados Unidos. La madrugada del domingo se apoderó de la X, para invadir la Internet con sus incoherentes trinos. No encontraba tema tras ese ajetreo que lo agobió durante el vuelo entre Haití y Bogotá.
Necesitaba expulsar mortificaciones y ultrajes al gobierno norteamericano y reclamar airadamente a Trump por el trato “indigno” que daba a los colombianos que deportaba por carecer documentos. No dudó en prohibir el aterrizaje de los dos aviones que los trían.
Antes le había pedido a Trump lo invitara a un whisky, y desapareció como suele hacerlo para eludir situaciones engorrosas. Ahí se inició la tremolina y jaleo que amenazaba a Colombia con las más violentas sanciones económicas. Aranceles inalcanzables, desertificaciones, suspensión de visas, desafueros a los colombianos aquí y allá.
El canciller Murillo, el embajador García-Peña y la nueva canciller Laura Sarabia, tuvieron que asumir las riendas de un país camino a la destrucción. No tenían otro camino ante la desaparición del jefe y le dieron un “golpe blando”, pero fiel y respetuoso.
Laura mostró todas sus calidades y fortalezas. Ubicó cuanto pudiera aminorar la tragedia que se cernía sobre el país y su gente. Ubicó a los miembros de la Comisión Asesora de Relaciones exteriores, tan abominada por Petro, a los expresidentes -incluido- Uribe que estuvo listo a ayudar, a los parlamentarios, a los directores de todos los partidos políticos, a los gremios económicos, a la industria y sector financiero. Era necesario encontrar inmediata salida a la crisis a la que nos condujo semejante irresponsabilidad.
En la medida en que pasaban las horas y los manejadores del “golpe blando”, desembarraban los desatinos y disparates, el autor de la crisis seguía en la sombra… desaparecido.
Quienes conocían los alcances de la hecatombe, las consecuencias y los altos costos para el país, su economía, la empresa privada, el TLC y la ciudadanía en general, formaban frentes comunes que pudieran ir avanzando hacia un pronto arreglo. Se puso en juego toda la diplomacia, en la cual es experta Colombia, para borrar el craso error, que resonó en el mundo. La Celac que había sido citada por Petro lo dejó solo. A nadie se le hubiera ocurrido “dar papaya” a quien se ha convertido en el hombre más poderoso del mundo.
Las aguas se han calmado y seguramente saldremos de la tormenta, pero grave que el Presidente continúe trinando, sin ton ni son, desconociendo que tuvo que arrodillarse ante Trump y los norteamericanos, mientras culpaba, como siempre, a los periodistas de sus torpezas… y creyendo hoy, que 30 millones de colombianos siguen sus pésimas orientaciones. Está notificado: el golpe blando aparecerá en cualquier momento.
Petro, tan defensor de la dignidad, no se ha enterado de la situación que soportan nuestros compatriotas en el Catatumbo y en el 35% del país que están bajo el poder de las guerrillas que él ampara. Su falta de juicio lo conduce a mancillar, degradar y recortar presupuesto a las fuerzas del orden. Desconoce hacia dónde vamos.
BLANCO: El ultimátum de la Corte al gobierno para que aporte lo que la salud de los colombianos requiere.
NEGRO: Se lanzó como candidato a la presidencia para el 26, David Luna. Frena así los planes de Petro de “victimizarse para impedir las elecciones.