Desde hace ya cosa de algunos años, en el universo cultural venimos presenciando el surgimiento de una corriente artística que con el tiempo parece consolidarse, particularmente por el atractivo mercado en suspensión que ha conseguido sacar de su letargo y hacerlo emerger hasta la superficie. Se trata de la creación de contenido específicamente diseñado para el público asiático-americano, es decir, las segundas o terceras generaciones de migrantes, en su mayoría chinos, que desembarcaron en los Estados Unidos para granjearse un futuro mejor y que, aunque hoy ya están completamente asimilados en la sociedad norteamericana, todavía tienen un pie puesto en sus tradiciones al otro lado del Pacífico.
El primer paso lo dio hace un lustro la comedia “Crazy Rich Asians”, una adaptación de su novela homónima, donde una pareja asíático-americana viaja de Nueva York a Singapur para una boda y al llegar ella descubre que él es hijo de millonarios; a lo que luego le vendrían grandes blockbusters como “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” de Marvel y producciones con galardones de quilates como la oscarizada “Todo a la Vez en Todas Partes” y “Bronca” de Netflix, múltiple candidata a los Emmy 2024. Ejemplos que hablan por sí mismos sobre un grupo demográfico lo suficientemente maduro y relevante para exigir narrativas cada vez más suyas en las que puedan verse reflejados.
Pero en materia literaria todavía faltaba encontrar la pieza que encajara sin asperezas en esta tendencia creciente, y entonces apareció Ling Ma. Nacida en China y criada en el Medio Oeste norteamericano, Ma acaparó la atención de la prensa especializada en 2020 por la inquietante similitud entre la pandemia y su novela debut “Liquidación” (2018), la cual sigue a una de las últimas sobrevivientes de un brote global de Fiebre Shen, provocada por un patógeno polizón de Asia (¿les suena familiar?) que convierte a quienes la contraen en autómatas sin voluntad atrapados en bucles de acciones repetitivas. El impacto de su ficción premonitoria fue tal que The New York Times no dudó en encumbrarla hace unos meses como el libro que definió la era del covid.
Y como si esto no fuera ya digno de mención, su segundo texto “Bliss Montage”, una colección de relatos citadinos donde la ficción se mezcla con la soledad del ennui urbanita, ha ganado este año el National Book Critics Circle Award. Un respetado premio que han conquistado, entre otros, colosos de la talla de Toni Morrison (Nobel 1993), Alice Munro (Nobel 2013) o Philip Roth y cuyo jurado no pudo resistirse a cuentos tan sublimes como el espectral “G”, el caleidoscópico “Peking Duck” y el recursivo “Los Ángeles”, mis favoritos personales.
El gran momento de Ling Ma no sólo nos habla del descubrimiento de una pluma de la que seguramente escucharemos mucho en el futuro, sino también del levantamiento de una generación rebelde de asiático-americanos que quieren dejar de ser vistos como meros inmigrantes pasivos con la obligación de adaptarse para pasar a la ofensiva asiendo las riendas de una nueva narrativa que nos enseñe el camino hacia otras historias.