“Le espera una larga vida como juez”
La constitución de los Estados Unidos establece que el presidente debe nominar y, con la aprobación del Senado, designar los jueces de la Corte Suprema, el más alto cuerpo judicial de la nación. Según el reglamento legal de 1869, la Corte se compone de un Presidente (Chief Justice) y 8 miembros asociados, cuyo cargo es vitalicio. Seis jueces hacen quorum.
Recientemente ha sido designado por Trump el juez Brett Kavanaugh, católico y de extracción conservadora, quien viene de desempeñar con absoluta pulcritud otro cargo judicial. Con la designación de Kavanaugh quedan cinco jueces católicos (nominados por presidentes protestantes), dos judíos y dos protestantes. Su nominación fue confirmada por el Senado con mayoría republicana (una senadora republicana se apartó de la mayoría pero fue compensada por un voto demócrata). A Kavanaugh, de 53 años, le espera una larga vida como juez.
Su elección estuvo precedida de una batalla enderezada a demorar su confirmación, jugando a que en las vecinas elecciones del 6 de noviembre los Demócratas pudieran ganar la mayoría del Senado. Para ello se acudió a llevar mujeres que dijeron que habían sido abusadas por Kavanaugh cuando era joven. Una de ellas habló de un abuso sexual en una reunión en el “instituto” en 1982 (Kavanaugh tenía 17 años). Dio cinco nombres de testigos, ninguno de los cuales recordó el hecho. La investigación del FBI no confirmó nada.
La verdad es que la designación de Kavanaugh crea una composición en la Corte que puede cambiar, en el futuro, la “filosofía” de la misma en temas como el derecho a la vida, la familia, la libertad de conciencia y de expresión, el aborto o la agenda LGBT. Entidades como la abortista Planned Parenthood encabezaron la campaña contra el nuevo juez.
Un artículo (https://aeon.co/ideas/evangelicals-bring-the-votes-catholics-bring-the-brains), publicado por Aeon, un blog online enfocado a “la difusión del conocimiento y del punto de vista mundial cosmopolitano”, viene como anillo al dedo para explicar porque los católicos, que son solamente el 20% de la población americana, llegan a copar cinco puestos en la Corte. 7 de cada 10 norteamericanos son cristianos, la mayoría protestante y, dentro de los protestantes, la mayoría es evangélica. Según el artículo, en 1834 una turba protestante quemó un convento de las Ursulinas cerca a Boston, “un ejemplo extremo del prejuicio americano contra los católicos”. Pero en 1970 surgió entre los evangélicos un movimiento político, la “guerra cultural” contra el secularismo. Pusieron de lado su anticatolicismo y se alinearon con los católicos, los “socios perfectos” del movimiento ya que contaban con importantes universidades y facultades de Derecho, Medicina y Negocios y otras instituciones, originadas en las escuelas parroquiales que desde siempre han enseñado el catecismo. Por ejemplo, la Georgetown Preparatory High School en Maryland educó a los jueces de la Corte Suprema Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh. Notre Dame se ha convertido en el más importante centro para el estudio histórico del evangelicalismo.
La relación entre evangélicos y católicos produce frutos. Pero, como dijo el juez Roberts, Chief Justice de la Corte, en una entrevista a ABC en 2006: “No estoy aquí para hacer juicios basados en mis personales deseos o mis preferencias políticas”. Eso es exactamente lo que debe decir un juez.
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Coda: Para algunos la democracia solamente sirve si quien gobierna tiene sus mismas ideas. Bolsonaro ha sido atacado por todas partes como “ultra-derechista” y un peligro para el continente. Sólo falta que lo comparen con Hitler. Y aún no se ha posesionado. Pero no se ha dicho nada similar (“ultra-izquierdista” y un peligro continental) de López Obrador en México.