El Comité Nacional de Paro, con aborígenes incluidos, ese advenedizo y novedoso grupo de presión política de clara vocación petrista y nueva versión de la Internacional Comunista que tenía por sede Moscú, debe estar razonablemente nervioso por estos días. No porque la situación social del país haya empeorado, sino por todo lo contrario: porque no le convienen a su élite directiva y oligarca los signos económicos y sociales que se están produciendo al cierre del año, en la etapa final del gobierno Iván Duque, al que no pudieron derrocar.
Seguramente añoran los peores días de la pandemia del covid-19 y los “mejores” días de la infame y sangrienta “protesta pacífica” que maquinaron a partir del 28 de abril, fenómeno que trataron de encubrir bajo la mampara de “estallido social”, como si se tratase de una reacción natural y obvia del pueblo frente a una situación de vida insoportable, disfrazando lo que en realidad era: una estrategia montada como expresión enérgica y desesperada de la llamada revolución molecular disipada que el Foro de Sao Paulo les tiene programadas a las democracias supérstites de esta parte del continente.
Y tuvieron eco -sospechosamente muy de Prisa- en ciertos medios de comunicación, en muchas ONGs y sindicatos -claro, están en sintonía- y, por supuesto, en la oposición parlamentaria, flancos que se han especializado en tirar dardos para crear cizaña, difamar de la institucionalidad, acabar con la Policía y, como blanco central, incitar al caos y desconcierto general. Recordemos que lo que querían los señores Francisco Maltés (CUT), Percy Ayola (CGT) y Nelson Alarcón (Fecode) era tumbar al gobierno y me pareció ver en redes un efímero video en que un madurado biche ideólogo de izquierda, Ariel Ávila, en trance de analista político (y a quien el mismísimo Julito calificara como “mamertazo”, vaya) se quejaba porque el Presidente Duque era tan prudente con los actores de la Primera Línea, que “no daba tiro” para enjuiciarlo.
Con una vacunación que ya está arañando los niveles de la inmunidad de rebaño; con un crecimiento del PIB del 13,2 % en el tercer trimestre, frente a igual periodo del año pasado, excediendo las expectativas del mercado y con una población ocupada que pasó de 21,3 a 22,1 millones, signos innegables de reactivación y de recuperación acelerada de la actividad productiva, se consolida el país como la tercera economía de América Latina, ello sin contar con la culminación del monumental Túnel de la Línea, que tendrá que mover el desarrollo. Y todo en medio de la feroz pandemia y del largo paro que aniquilaron parte del aparato productivo, espantaron parte de la inversión extranjera y ahuyentó, el último, a cientos de ciudadanos de bien que salieron despavoridos del país. Este nuevo panorama de optimismo es el que no gusta, para nada, al omnímodo Komintern.
Post-it. El Candidato Cero, Alejandro Gaviria, que el expresidente liberal César ídem se inventó en un laboratorio universitario para catapultarlo bajo sus pinzas a la primera magistratura, fracasó en esos tubos de ensayo y lo que de allí salió fue un esperpento pendular entre lo centrífugo y lo centrípeto, perfecta reencarnación de Santos, y en la calle dicen que “tira más una cometa de cemento”.