Sucedió en Sao Paolo. Mauricio Fierro, alias “Pepita”, estacionó un auto enfrente de la farmacia que armado iba a asaltar, tras cometer su fechoría salió apresurado del establecimiento y ¡sorpresa! el vehículo no estaba, se lo habían robado… y para colmo de males descuido el talego con el producto de su acción ilícita, otro hombre apareció y se llevó el pesado fardo. Mientras él trataba de averiguar en los alrededores donde podía encontrar su vehículo, decidió encaminarse a la comisaría más cercana y formular un denuncio por el robo del carro, con tan mala suerte que allí se encontraba el dueño de la droguería instaurando el suyo, quien lo reconoció y acusó, por lo cual fue detenido de inmediato. Entrevistado por un periodista de televisión, ante las cámaras, con desparpajo, dijo: “Estoy impresionado con la violencia, robaron mi carro, tengo los documentos que acreditan la propiedad, la inseguridad es grande.”
Reflexiono sobre la curiosa noticia, la extiendo porque a propósito de sobornos, investigaciones encubiertas para detectar tráfico de drogas, desviación de dineros en la ejecución de contratos públicos, al hallazgo de la verdad, cuando aceptan cargos personas implicadas en investigaciones por concierto para delinquir y carruseles, afirman que no recibieron el valor de coimas acordadas, en síntesis, que fueron robadas como aconteció al ladrón de Sao Paolo, lo cual no puede considerarse atenuante en los fallos que se profieran en su contra.
El tema hila también con lo legal y lo moral, muestra el deterioro de la conducta individual y colectiva. Dentro de la aplicación de la justicia ordinaria o de cualquier régimen penal especial, de las fechas en que se cometieron los hechos, tal tipo de disculpas no cabe, urge colocar en el lugar que corresponde a la honestidad, factor indispensable para la disminución de la violencia, el afianzamiento de la convivencia ciudadana.
Destaco el fenómeno de los ladrones robados solicitando ayuda a la administración de justicia, la inseguridad tiene múltiples caras, desborda lo previsto en la legislación, crea incertidumbre, nos perturba, la sufrimos a plenitud, ataca inclemente, lo único que falta es la protesta de los carteristas por no encontrar dinero en nuestras billeteras.
Coda. Nefasto que el terrorista de Nueva Zelanda durante dos años haya maquinado su ataque a dos mezquitas, en protesta por la migración musulmana, ocasionando 49 muertes y decenas de heridos. La maldad cunde, solidaridad con ese pacífico país amigo, si la locura se impone a la razón el futuro del mundo se encuentra en entredicho. Las imágenes de la matanza difundidas en mala hora por las redes sociales impresionan, es tiempo de acordar la eliminación de videos escabrosos de manera definitiva.