El Quintilis, era el quinto mes del año en el calendario de Roma. Seguir las decisiones de los hombres sobre la medición de sus vidas, siempre en torno a la salida y el ocaso del sol y a las fases de la luna, es una aventura que instruye, sorprende y maravilla.
La vigencia del calendario Juliano comienza en el 45 a.c., y toma el nombre de quien lo estableció: Julio César. Esta reforma fue impulsada por Sosijenes de Alejandría, quien determinó que el año 46 a.c., sería de 445 días, en vez de los 365 que conocemos. El quintilis paso a ser el séptimo del mes y Marco Antonio le dio el nombre de julio, en honor a César que había nacido el 12 de ese mes.
A partir de 1582 rige en casi todo el mundo el calendario gregoriano, llamado así por el papa Gregorio XIII, que cumplía el mandato del Concilio de Trento de adaptar al calendario civil al litúrgico.
Lean esto: el jueves 4 de octubre de 1582 es sucedido por el viernes 15 de octubre de 1582, es decir, el báculo papal hizo desaparecer diez días.
Pero, de lo que quiero hablar es de las conmemoraciones que tienen lugar en el mes de Julio César: Declaración de Independencia de los Estados Unidos, 4 de julio de 1776. La consigna Ningún impuesto sin Representación fue la chispa que condujo a la independencia de las 13 colonias. El motín del Té, en Boston, diciembre 16/1773, se considera principio de la independencia, y el comienzo del surgimiento del imperio más grande de todos los tiempos. Lo más destacable de las efemérides es el culto a la Constitución de Filadelfia, que se refleja en las filas permanentes de visitantes, en la National Gallery en Washington, para ver el altar laico donde reposa la Constitución. Es el homenaje diario de un pueblo orgulloso de su democracia, orgulloso de su libertad.
14 de julio 1789; Con la toma de la Bastilla, se inicia la Revolución Francesa cuyo lema de Libertad, Igualdad, Fraternidad aún resuena en el mundo libre. Napoleón la consolida con su espada. Fueron días de combate y de gloria que hoy se celebran con los fuegos artificiales que se lanzan a los cielos a los acordes de conciertos que hacen cantar el alma de los pueblos. Es la historia que le abre la puerta a la civilización contemporánea.
20 de julio de 1810. En protesta por la autocoronación de Napoleón, Bolívar sale raudo hacia la Roma de los Gracos para hacer el juramento que dio libertad a cinco naciones. El Grito de Independencia del 20 de julio es eco de la voz libertaria que se oyó en el Aventino. Empezaban las batallas de la gloria que dirigieron las espadas de Bolívar, Santander, Nariño, Sucre y tantos otros héroes de nuestra patria grande: América del Sur.
Este 20 de julio de 2021 no tuvo la solemnidad de otras épocas. Los temores por las agresiones de la turba nos privaron de ver el desfile imponente de nuestro Ejército, la ceremonia alada de nuestra aviación, los uniformes blancos de la Armada que reflejan las espumas de las olas de los mares que surcan, y la altivez y el orden de la Policía Nacional, guardián permanente de nuestra civilidad.
Vimos, al contrario, el ultraje a los símbolos patrios en el mismo recinto de las leyes. ¿El rojo primero es, acaso, para recordarnos la sangre del pueblo colombiano derramada por las guerrillas homicidas del M19 y de la Farc?