CON motivo del fin de año los periódicos, revistas y, en general, los medios de comunicación acostumbran a elegir el personaje del año, que puede tener un carácter individual o colectivo. En un país tan agitado como Colombia con tantos episodios relevantes no resulta tan fácil el cumplimiento de esta tarea. Unos medios dicen que el personaje del año es la alcaldesa electa de Bogotá, otros que es Egan Bernal -el campeón de la vuelta a Francia- y, por supuesto, hay quienes consideran que fueron la marchas en el marco del paro del 21 de noviembre; movilizaciones que, sin la fuerza de la del día inicial, han continuado hasta la fecha. La verdad es que las marchas en Colombia no registran antecedentes como las de este año, como tampoco en Chile y otros países.
Esa selección debería adelantarse de acuerdo al campo, la especialidad o disciplina en que el personaje de quién se trate se haya destacado porque no queda fácil, en una pluralidad de opciones, establecer que uno haya sobresalido tanto que su influencia en la sociedad esté por encima de la de los demás.
La migración venezolana también se disputa ese sitial; migración que no comenzó en el 2019, pero que ha llegado en este año casi a 1 millón 500 mil personas provenientes de Venezuela con las consecuencias que una corriente migratoria tan alta está produciendo en nuestro país, sin que se vislumbre una pronta solución a esta problemática tan compleja y tan sensible. De contera, a pesar de los esfuerzos del grupo de Lima, de la OEA y de más de 60 países, Nicolás Maduro se mantiene en el poder y no se ve venir una pronta transición a la democracia. Si no reeligen a Juan Guaidó en la presidencia de la Asamblea Nacional y la presidencia interina, la oposición en Venezuela se puede quedar sin un líder que la aglutine.
Entonces el paro y las movilizaciones parecen constituir, según varios medios, lo más destacado del año porque se dieron cita distintas expresiones de la sociedad para reclamar por la deuda histórica que tiene el Estado con distintos sectores, pero cuya solución va más allá de un periodo presidencial; se trata de problemas y necesidades que tienen un carácter estructural. Vemos con curiosidad que las peticiones del Comando Nacional del Paro superan los 100 puntos con reclamos que no se entiende por qué se plantean ahora, como el ingreso a la OCDE, que fue decisión del gobierno anterior y luego ratificada por una ley expedida por el actual Congreso en cuyo trámite participaron algunos de los que los hacen parte del paro. Lo mismo puede decirse de la solicitud de deshacer los tratados de libre comienzo. Eso ya no depende del Ejecutivo.
Lo que se ve en la distancia es que a los motivos iniciales del paro se le ha ido agregando una agenda política sobre la que hay posturas diferentes en el país y sobre la que no es fácil llegar a acuerdos y construir consensos. Para ello habría que ganar las elecciones presidenciales.