Cada día nos enfrentamos a los delirios y ensueños que dan mucho para pensar sobre el futuro de una patria, una democracia, un manejo de la cosa pública y unas libertades que, en el caso de Colombia, han sido analizadas por la prestigiosa revista británica The Economist.
Preocupante la ubicación que nos adjudicó ante lo que aquí pasa, se prevé y puede conducirnos a una hecatombe.
Este gobierno se inició con optimismo y se surtió de un grupo de prohombres expertos en todas las disciplinas. Al campo económico, en el que se requería un empuje inmediato, llegaron los mejores y más expertos que sacaron adelante una reforma fiscal inaplazable. Igual ocurrió con agricultura, planeación y otras ramas del poder.
Fueron momentos en que el jefe de Estado sacó pecho y recibió elogios de casi todos los sectores. Se le alabó inclusive su arribo en lugar de Hernández o Fico. Creyeron en su paz total y en la recuperación de una seguridad nacional.
Pasaron días, meses y multitud de desplazamientos en el FAC-1, con nutridas y bien financiadas comitivas, organizadas por la doctora Sarabia. Con la misma rapidez esa luna de miel fue perdiendo la lucidez, melosidad y dulzura.
El gobierno se desdibuja a gran velocidad. Nadie aguanta la camarilla que rodea al Presidente, cuya misión se centra en acusar y desprestigiar a los más capaces. Prueba de ello lo ocurrido con el gran economista Jorge Iván González, quien abandonó Planeación Nacional, porque quienes acosan, asedian y sofocan a Petro, le impidieron escuchar sus consejos y normas a seguir para actuar racionalmente.
En medio de este país que posee las mayores guerrillas, paramilitares y terroristas del mundo, con una pobreza creciente, una economía y un crecimiento desacelerados, desempleo y poderes en crisis, se observa ahora un despilfarro y un presupuesto ejecutado a medias. Sin planeación se realizan dudosas compras, como las de los carrotanques para llevar agua a la Guajira, que ni siquiera tienen quien los conduzca.
Ahora, como cualquier mandatario sin amarras, se autodesigna ordenador del gasto y las vigencias futuras, arrebatando ese mandato un Congreso que ya, y atendiendo recomendaciones gubernamentales, había aprobado.
Quiere decidir en cuáles obras se invierte y en cuáles no. Muchos piensan que no confía en sus ministros -empezando por el de hacienda-, o tiene en mente destinar billones de pesos en actividades adversas o secretas, diferentes a las importantes e inaplazables que esta nación está esperando.
Expertos economistas, que trabajan y operan en diferentes frentes financieros, gremios empresariales y gentes que están a la espera de planes progresistas para una nación que busca la prosperidad de sus 50 millones, no entienden cómo nuestro gobernante, asume funciones que nunca han tocado los presidentes que respetan las democracias y las libertades.
Todo esto nos lleva a pensar, que tal vez The Economist tiene razones válidas para ubicar nuestra democracia, en lugar tan vergonzoso e indigno.
BLANCO: Sede de COP-16 para Cali sobre Bio-diversidad. Galardón y honra para una ciudad con valiosos títulos internacionales. Felicitaciones a su alcalde, Alejandro Eder.
NEGRO: El lamentable fallecimiento del excanciller y gran periodista Rodrigo Pardo García-Peña. Paz en su tumba.