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Todo parece indicar que el inquilino de la Casa de Nariño delira, en especial cuando decide insultar y desafiar al recién elegido presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que gobierna hoy esa potencia mundial, país que tiene una economía que supera en conjunto en un 50% la de la UE. Desconocer los lazos políticos y diplomáticos que nos ligan a EE.UU. es absurdo y peligroso. Una potencia tan poderosa como China mantiene una actitud prudente frente a Trump, lo mismo que otros países que se pueden ver afectados por los desafíos que plantea en su segundo gobierno el mandatario de la potencia del norte.
Desde el exterior salió a decir el gobernante colombiano que su homólogo es un nazi, cuando es conocido que Trump salió elegido por uno de los partidos democráticos más poderoso del mundo y se sometió a todas las reglas que exige el sistema a los políticos locales en ese país. Acaso no se enteró de la ardua campaña política que éste libró por todo su terruño para conseguir el apoyo popular, ni de los atentados que sufrió durante la misma, ni de la forma limpia y audaz como captó las mayorías para lograr una victoria aplastante como muy pocos candidatos han obtenido en Estados Unidos
La política internacional se fundamenta en la capacidad de cada país de defender con ardor y talento, los intereses nacionales. Excluye los excesos verbales y lo insultos innecesarios contra otros gobernantes, mucho más cuando se trata de un país como Colombia, donde las Fuerzas Militares no ejercen el control del territorio como debiera y el 70 % del mismo está desde el punto de vista estratégico en poder de los violentos de toda condición, que libran en estos días aciagos una guerra sin cuartel en el Catatumbo y otras zonas del país. En donde humildes campesinos han sido asesinados y miles de gentes inocentes son obligadas a abandonar el terruño. Y son, precisamente, los Estados Unidos, la potencia amiga, el país que más ha colaborado con nosotros para repotenciar la capacidad ofensiva de nuestras tropas, junto con Israel que nos cubría las espaldas con su servicio de inteligencia. Relación que se rompió fatalmente por cuenta de la Casa de Nariño, en el momento que más necesitábamos conocer los planes del “enemigo”. Esa serie de medidas para debilitar la defensa de Colombia muestran un plan deliberado para menoscabar la soberanía nacional y provocar la reacción contraria de terceros países.
Por tanto, la responsabilidad de los ataques de los violentos de distinto signo en el Catatumbo es en lo fundamental del gobierno. Los abusos de la supuesta política de paz total oficial, determinaron la parálisis de unas Fuerzas Militares de Colombia, en ocasiones, restringidas e inoperantes y que no han podido actuar en los últimos dos años en las zonas más convulsionadas del país. No nos digamos mentiras, en un país inestable, sin control de la soberanía nacional, con la justicia paquidérmica que apenas ronda en eficacia de la misma en un 90 X 100, los que realmente sostienen este sistema en crisis son los abnegados soldados de la Patria en peligro.
Y no nos llamemos a engaño, el verdadero sostén del sistema democrático no está solamente en los votos populares, ni en los debates políticos, parte de la misión de las Fuerzas Militares contempla la defensa del sistema democrático, del Estado y de la libertad.
En cualquier otro país, un gobernante y un ministro de Defensa que obstaculizan la misión de las Fuerzas Militares habrían sido cuestionados por el Congreso. Aquí nos está fallando esa institución que es la que debe adelantar un debate urgente contra el Ejecutivo sobre la quiebra del sistema en materia de seguridad nacional. En cuanto al caso de la salud pinta explosivo y con millones de seres afectados por cuenta del derrumbe del sector. La corrupción rampante y la política exterior contraria a los intereses de Colombia son vergonzosas. Cómo es posible que el inquilino de la Casa de Nariño insulte a nuestros aliados en Washington que nos han apoyado por años en la lucha contra la subversión, tratando de lanzar fuego el incendio de un país que merecería una mejor suerte. Esa incontinencia verbal del gobernante nos conduce a agravar aún más la crisis económica y social, la ruina de millones de seres y la violencia desatada.
Nota: Al finalizar este comentario nos enteramos que el gobierno negoció con su homólogo de EE UU.