Fueron 41 las preguntas que le hizo María Isabel Rueda al presidente Duque (el Tiempo18/11/21). Abarcaron los temas fundamentales a los que se enfrentan los gobernantes en la Colombia de hoy. Después de analizar las respuestas y a su entrevistado, la perspicaz periodista concluyó: “El Presidente está al mando”. No hubo sorpresas en lo dicho por Duque. Ciertamente, reiterar sus propósitos de campaña le ha dado una gran estatura política y moral para dirigir a Colombia, como es su propósito, hacia estadios de equidad que permitan el ascenso de los pobres a la clase media y le faciliten al empresariado crear empleos de calidad y reducir la informalidad. La persistencia en esos programas muestra la coherencia de la conducta presidencial y se constituye en ejemplo para los altos funcionarios de los otros órganos del poder público.
No hay, pues, improvisaciones. Hay inadvertencias sobre el discurrir de las democracias y sobre la sensibilidad del pueblo colombiano. Se hace necesario comprender que la difusión del poder implica la participación en el alto gobierno de las fuerzas que concurrieron a la victoria. Y, como la difusión del poder lleva consigo la gobernabilidad, ambas legitiman las democracias y hacen eficaces a los gobiernos.
Ahora, sería lamentable que en la inapropiada confusión de representación política y mermelada, que es la versión criolla del clientelismo, vaya a naufragar el profundo cambio político que ha iniciado Iván Duque al negarse, con obstinación de Estadista, al intercambio de favores dolosos entré las ramas del poder público. Es que el Presidente de la República está dando grandes pasos para trocar el tinglado de unos partidos, que dependen de las maquinarias “non sanctas” de sus candidatos, a un escenario en donde sea la competencia ideológica y programática la que decida en el debate por el poder. Esto implicaría, entre otras buenas cosas, modernizar la comunicación de las colectividades políticas y de los gobiernos con la ciudadanía.
El sistema democrático, sustentado en elecciones libres, obliga a gobernantes y opositores a hacerse entender por el pueblo y a oír al pueblo. Es en desarrollo de este principio que el gobierno aceptó retirar la ampliación del IVA a la canasta familiar. También, se ha desvanecido el impuesto a las pensiones. Gravar solo las altas no suma gran cosa y es discriminatorio contra los de la tercera edad, quienes ya no producen y tienen apremiantes necesidades vitales. Es preciso reconocer, además, la responsabilidad y diligencia con que ha actuado el Congreso Nacional. El autor de “El erizo y la zorra” se convenció que en “cuestiones sociales es preferible el éxito mediano a las grandes soluciones quiméricas”
En el ágil formato de rendición de cuentas sobre los primeros 100 días de gobierno, se demostró que al presidente Duque le ha tocado hasta construir Estado para enfrentar las urgencias heredadas. Entre los funcionarios que escuché sobresalieron los ministros de Comercio Exterior, Transporte y Cultura. Muy oportuno que Malagón haya presentado el plan para la Guajira. Mientras las instituciones colombianas logren expresar a este país de regiones, la descentralización pragmática la hacen los ministros dándole prioridad a su solar nativo. Advierto, eso sí, que el lenguaje “nerd” no llega a la Colombia profunda.