El régimen desafía a Colombia | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Diciembre de 2024

La mayoría de las personas con las que uno habla, sin importar su condición social y política, sobre la situación nacional, sienten que flotan en el ambiente político local tantos escándalos y cadenas de malos manejos en los que están inmersos agentes del gobierno nacional y regional, que el efecto de todo eso será fatal para la administración y el futuro del país. Lo que estamos viendo es el poderío inmenso y demencial del Régimen, con sus agentes de diversa condición que colaboran con el gobierno y manejan a los congresistas con bolsas de dinero mal habido.

Cómo es posible que en dos años de gobierno Petro, el país retroceda a tal punto que tengamos que importar gas y de improviso de seguir la crisis de Ecopetrol, hasta gasolina.  Cualquier persona medianamente informada sabe que el petróleo es la sangre de la industria, que atentar contra esa empresa que tantos beneficios le trajo a Colombia es un verdadero crimen, puesto que a la larga los sectores más afectados con la caída de la producción de petróleo y gas, se encuentran entre la gente del pueblo.

Son varias las empresas internacionales que abandonan a Colombia por falta de garantías, como por los continuos asaltos de los violentos que no responde debidamente la fuerza pública. Así como por las amenazas de bloqueo indígena a los pozos petroleros, aupados por agitadores del Régimen. Esas compañías van a invertir en otros países donde se respetan los contratos y tienen políticas de largo plazo. A su vez, el gerente de Ecopetrol se ocupa más de los líos por los manejos de los fondos de campaña que de orientar dicha empresa. Lo que es inaudito y conduce al precipicio económico de tener que importar gas, con efectos desastrosos para la economía. El pueblo colombiano tendrá que sudar sangre por cuenta de los efectos negativos de la política petrolera oficial, porque la gasolina se pondrá por las nubes y lo mismo todos sus derivados.  Hay que recordar que el petróleo que se exporta es la mayor fuente de divisas para pagar deuda externa y fomentar las políticas sociales claves.

Los colombianos se sienten defraudados al enterarse que el presidente del Congreso recibió bolsas de billetes, para allanar su voluntad al Régimen. Lo mismo que la de otros congresistas. El Congreso es una institución esencial de la democracia. Un Congreso vendido, deja de representar los intereses del pueblo, para convertirse en apéndice del Régimen.  Se derrumba el equilibrio de poderes con un Congreso que vende su conciencia y sus votos. Sobornado no puede cumplir la misión que le señala la Constitución de servir al pueblo, de combatir la corrupción, de defender los valores de la democracia. El espectáculo de un procurador nominado y sin posesionarse aún, consiguiendo votos en el Senado en favor del gobierno, ha sido deplorable. ¿Qué se puede esperar cuando asuma su cargo? Y la destitución del fiscal que investigó al hijo del Ejecutivo por el manejo de los fondos de campaña, siendo un buen funcionario y que se destacó por sus servicios a la justicia, deja un sabor amargo en la sociedad colombiana.

Si falla la justicia y el Congreso, bajo la presión del Régimen, se quiebra la base misma de la división de poderes y entramos en una fase como de dictadura de los peores. En tiempos tan calamitosos el país no está preparado para ver languidecer las instituciones oficiales y atentados como el del Icetex, contra los buenos estudiantes que han debido apelar a ese organismo fundado por el padre de Ingrid Betancur. Es quizás de las mejores obras de gobierno y del conservatismo para ayudar a los estudiantes escasos de recursos y formarlos en las mejores universidades del exterior.  El verdadero capital de una nación, es el capital humano. Acabar con el Icetex, dizque para convertirlo en banco, es una locura.

La situación de las Fuerzas Armadas no puede ser peor. Los mandos superiores son trastocados o sustituidos por burócratas sin mística. La inseguridad en las calles y los campos es degradante, similar o mayor que la de países en guerra como Ucrania. El orden público trepida por todas partes y los medios ni siquiera tienen tiempo de enviar a sus periodistas a cubrir los horrendos crímenes que ensangrientan el país.