“Facilitar acceso financiero a población rural”
“… El microcrédito se ha constituido en una herramienta que permite alejar a la población de los mecanismos de financiación informal y es la puerta de entrada a otros productos financieros formales…”, dice el informe que da título a esta columna, recientemente lanzado por la Superfinanciera y la Banca de las Oportunidades. Se reconoce así que el acceso a las microfinanzas contribuye notoriamente a erradicar la pobreza en todas sus formas.
Ese fue el eje central de la propuesta que, en agosto del 2005, le hicimos al entonces presidente Álvaro Uribe desde la Academia del Pensamiento Conservador. Al acogerla, Alberto Carrasquilla, como ministro de Hacienda, la llamó Banca de las Oportunidades, cuyo impulso a la bancarización de los colombianos se expresa en que hoy 28 millones de individuos mayores usan algún producto financiero, como cuentas de ahorro, tarjetas de crédito o préstamos
No fue fácil convencer a los técnicos y expertos del mundo de las finanzas que la persistencia de la pobreza obligaba al Estado a asegurarse de que el gasto social llegara efectivamente al pobre, para lo cual resulta indispensable un mecanismo micro-económico. Se nos decía incluso que “las microfinanzas no son una herramienta para resolver problemas de pobreza”. La batalla se empezó a ganar cuando en el 2014 se introdujo la Estrategia de Inclusión Financiera que afortunadamente sustituyó en la práctica la simple bancarización.
Una estrategia en la que es posible un acuerdo inmediato con el sistema financiero, para que los microcréditos sean continuos, es decir, darles un escalamiento progresivo en la medida en la que se cumpla con los préstamos, pues ésta es la principal característica del Grameen, para que los pobres de Bangladesh hubieran salido adelante. Y promover con el sistema financiero los créditos para emprendedores, pues el enfoque actual ha popularizado el crédito sólo para microempresas ya establecidas y que se pueden recuperar independientemente del propósito del crédito, en detrimento de los emprendedores de ideas-riesgo, especialmente los jóvenes, para los que la calidad del proyecto es la que definiría la concesión del crédito. Las utilidades financieras deben provenir de sus servicios crediticios, más que de las tarifas accesorias. El primer empleo de muchos jóvenes puede ser en su propia empresa, sin descuidar la economía naranja y que son los adultos mayores, por su experiencia y red de contactos, los emprendedores más exitosos
Ahora bien, la brecha urbano rural, que es uno de los capítulos mas densos del Informe, se evidencia en las siguientes cifras: las 62.5 millones de cuentas de ahorro se distribuyen así: 85.2% en ciudades, 10.1% en municipios intermedios, 3.2% en municipios rurales y 1.5% en municipios rurales dispersos. Otros guarismos reflejan también que la población pobre es mayoritariamente rural. Así mismo, son grandes los escollos para cerrar esa brecha: “altos costos de transacción, bajos ingresos, mucha informalidad, poca educación financiera y problemas de tenencia de la tierra”. Es un escenario que aleja a las agencias bancarias y de crédito, puesto que estas apuntan siempre a modelos de negocios costo-eficientes, como bien lo analiza el documento citado.
El panorama descrito hace obligante que tanto el gobierno como las organizaciones financieras utilicen con intensidad los canales digitales y elaboren productos que le faciliten a la población rural el acceso a los servicios financieros. Solo entonces se podrá cerrar la brecha.