El valor de compartir el éxito | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Septiembre de 2024

A lo largo de la vida, con la madurez y la experiencia, vamos descubriendo que el éxito y el reconocimiento no son tesoros escasos reservados para unos pocos. Al contrario, son horizontes amplios que están al alcance de todos aquellos que se esfuerzan con disciplina, trabajo, constancia y templanza. Sin embargo, en ocasiones, algunas personas sienten que para destacar deben opacar o limitar a otros. Esta perspectiva, común en espacios competitivos, revela falta de entendimiento sobre la abundancia del reconocimiento.

A pesar de que culturalmente se premia el individualismo y la competencia, la realidad es que hay espacio suficiente para que todos puedan brillar. Pero el afán por sobresalir, hace creer que debemos desviar la atención de los demás para ponerla sobre nosotros, como el título de la buena canción de Johnny Pacheco, "Quítate tú, pa' ponerme yo".

Este enfoque no solo es limitante sino destructivo, tanto para quien lo adopta como para aquellos a su alrededor. Cuando centramos nuestra energía en evitar que otros avancen, perdemos de vista nuestro propio desarrollo. En lugar de dedicarnos a mejorar y construir, nos concentramos en controlar y obstaculizar, percibiendo el reconocimiento dentro de una cultura de competencia destructiva, donde es un recurso finito y donde la rivalidad reemplaza admiración y respeto. Pero, el reconocimiento no es un bien escaso.

La vida ofrece múltiples oportunidades para brillar, y la clave está en saber que siempre habrá espacio para todos. Quienes entienden esto, no solo logran avanzar en sus propios caminos, sino que también se convierten en una fuente de inspiración y apoyo para los demás. Los grandes líderes son aquellos que han comprendido la trascendencia del reconocimiento y crecimiento amplio y se dedican no solo al propio, sino también al de quienes los rodean.

Desde el punto de vista organizacional, se ha comprobado que quienes promueven la cooperación y el desarrollo conjunto, pueden ser más exitosos que aquellos que fomentan la competencia interna. Según Harvard Business Review en 2020, las organizaciones que invierten en el desarrollo de su talento y en la cultura de colaboración, presentan un 30% más de retención de empleados y un 25% más de productividad. Este tipo de entornos crea una mentalidad de ganar-ganar”.

A veces, los logros más valiosos son aquellos que no se ven, como la superación de obstáculos o la capacidad de aprender de los errores. Compartir el éxito también implica compartir lecciones y ayudar a otros a crecer a partir de las propias experiencias. La luz de cada persona es única, y aprender a compartirla enriquece a todos.

Compartir el éxito no solo es un acto de generosidad, sino de sabiduría. Nos recuerda que el éxito nunca se construye solo, sino que es el resultado de una red de apoyos, visibles o no, de aprendizajes y esfuerzos colectivos.

También resulta clave desarrollar una autoevaluación permanente, que permita identificar puntos fuertes y áreas de mejora. Proceso de reflexión vital en la vida personal y profesional.

Cuando reconocemos que no siempre seremos quienes ocupen el escenario principal, sino que a veces estaremos entre el público aplaudiendo los triunfos de los demás, comenzamos a valorar verdaderamente el éxito compartido. En lugar de sentir frustración, podemos sentirnos parte de una comunidad que crece junta, donde el éxito de unos es un impulso para que otros sigan adelante. El verdadero valor del éxito está en compartirlo, porque al hacerlo creamos un entorno donde todos podemos florecer.