Entre sorpresas, alertas y ratificaciones, brasileños y peruanos fueron a las urnas el pasado domingo para elegir sus autoridades nacionales y locales, en el caso del gigante sudamericano, y los gobiernos regionales en el país incaico.
Mucho se habló sobre que el exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva podría ganar en primera vuelta, e incluso el hecho de no haberlo concretado, sumado a la mayor votación que pronosticaban las encuestas del candidato conservador, es tomado por algunos como un triunfo del actual presidente Jair Bolsonaro, desconociendo que el candidato del PT quedó a menos de dos puntos porcentuales de la victoria.
En lo que tiene que ver con el legislativo, la derecha bolsonarista fue la triunfadora, obteniendo 96 de las 513 bancas en la Cámara de Diputados, mientras que en el Senado consiguió 14 de 81, entre ellos el exjuez Sergio Moro, que encarceló al líder petista. El Partido Liberal y sus socios de centro y derecha serán quienes dominarán el parlamento y podría complicar mucho que las fuerzas afines a Lula puedan construir una mayoría que permita gobernar mejor al candidato petista.
El nuevo congreso tendrá no solo una mayoría de la derecha más conservadora, sino que también se caracterizará por estar integrado mayoritariamente por hombres blancos. El colectivo afro y las mujeres nuevamente han quedado relegadas. De todas maneras, hay que destacar que en esta oportunidad fueron electos dos representantes de los pueblos indígenas y por primera vez habrá diputadas trans.
También en las elecciones regionales los colectivos conservadores obtuvieron mejores resultados, entre ellos en San Pablo, en donde el candidato bolsonarista, el exministro de Infraestructura Tarcísio de Freitas, consiguió el 42% de los votos, superando al excandidato presidencial del PT, Fernando Haddad (35%). San Pablo, al igual que otros doce Estados definirán su gobernante en segunda vuelta. Hasta el momento los grupos de derecha obtuvieron once gobiernos, mientras que el PT solo alcanzó tres.
Este 30 se llevará a cabo la segunda vuelta presidencial y los balotajes regionales, en un país que está sumamente polarizado entre dos figuras que representan intereses opuestos. A pesar de que Lula se encuentra cerca del triunfo, no puede asegurarse que la victoria esté sellada.
Pero no solo Brasil fue a las urnas, también lo hizo Perú para elegir sus gobiernos locales, con una campaña que confirmó la debilidad que tienen los partidos políticos en este país, constatándose mayoritariamente triunfos de movimientos regionales, mientras que los grupos de carácter nacional quedaron bastante relegados.
Existe una notoria crisis de partidos políticos en Perú, que afecta el sistema democrático en general. Las campañas son financiadas fundamentalmente por los mismos candidatos -sobre todo en las regiones- sin obtener prácticamente apoyo financiero ni de infraestructura de sus colectivos. Esta situación lleva a que los candidatos, para poder competir, tengan que contar con un capital importante.
Al mismo tiempo, las cifras que se invierten y la modalidad de realizar campañas se basa más en el dinero que en las ideas. Como ejemplo, en los mítines que se realizan diariamente se le brinda un plato de comida a cada persona con su respectiva bebida -por lo general café-, se obsequia merchandising y tocan orquestas musicales. Esta situación lleva a que mucha gente concurra, pero no para escuchar a los políticos, sino para acceder a alimentación y a una prenda de ropa.
Pero la inversión es grande también, porque una norma no escrita habilita a algunos gobernantes a acceder al “diezmo”, que es nada más y nada menos que cobrarse el 10% del costo de toda obra de infraestructura que se lleve a cabo. Este mecanismo hace que “políticos” candidateen no por tener un perfil de servidor público, sino porque es una oportunidad única de hacerse millonarios.
El fortalecimiento de los partidos políticos, el sanear la política en general, mejorar su imagen, la del Congreso y la del gobierno nacional y las administraciones locales están en el debe en Perú, que deberá trabajar muy duro si su intención es fortalecer el sistema democrático y contar con gobiernos que estén al servicio de su gente.