Quizás fue demasiado tarde me digo a mí misma obligada a una nueva dosis de #elpresidenteescucha, una alocución más fresca, en versión coloquial y cotidiana, de un Juan Manuel Santos que ha entrado en barrena no solo por la pela del No en el plebiscito, sino porque a juzgar por el 34% de favorabilidad que le dan las encuestas, al Presidente de los colombianos hace rato únicamente lo quieren en su casa.
Escuchar no ha sido el fuerte de Santos. A lo largo de estos años ha hecho la tarea impuesta por sus asesores de imagen, con resultados muchas veces en contra, como la ridícula pose en calzoncillos en una casita de interés social o la pasarela de la mano de una niña negra cuyo nombre ya ni debe recordar, durante la firma del acuerdo en Cartagena.
Husserl en la Fenomenología de la Conciencia aseguró que la forma en la que podemos tener acceso a los demás es con la empatía. En comunicación se denomina escucha empática, que no es borrar el disenso, ni estar de acuerdo con el otro, ni convencerlo, ni cooptarlo.
Nunca es tarde para nada y menos para escuchar; pero creo que a Santos sí lo cogió la noche. Durante los seis años que estuvo negociando con las Farc como un autista pudo haber copiado la lección que Uribe les dejó a sus sucesores, la escucha empática, esa que le permitió llegar al último día de su segundo mandato con un 80% de aprobación; la ἐμπαθής de los griegos, esa capacidad de percibir lo que otro ser humano puede sentir, que él practicó con el corazón y sin necesidad de asesores.
Es puro entendimiento. Entonces resuenan en mi cabeza las palabras de Ricardo Navarrete, Embajador de Chile en Colombia, durante un agasajo en su casa para la delegación del Mercado de Industrias Culturales del Sur, Micsur: “El diálogo y la comunicación entre sectores, grupos y conglomerados con sus respectivas visiones, exige tener un espíritu abierto para el entendimiento en la diversidad; no se trata de modelos idílicos, sino de consenso. En Chile, en tiempos de la dictadura, tuvimos el mérito de confiar unos en otros desde el entendimiento para caminar hacia un mismo objetivo”.
Ojalá no sea tarde para nuestro entendimiento, porque como dijo Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio, “el don de la escucha se basa en la capacidad de una profunda y contemplativa atención, a la cual el ego hiperactivo no tiene acceso”.