Hace poco, el Fiscal General de la Nación se quejaba del colapso al que había llegado el Sistema Oral Acusatorio. Razón no le falta en su afirmación. La oralidad como sistema de juzgamiento penal ha enfrentado muchas y diversas dificultades, una de las más señaladas es la idiosincrasia nacional. Es una forma de investigar y de juzgar muy propia del mundo anglosajón y muy ajena a nuestra estirpe latina continental.
Andrés Nanclares, un jurista que ve y va más allá de los incisos, sostiene que nuestra formación católica se opone diametralmente a la estirpe calvinista del sistema Oral Acusatorio. Los católicos, dice él, queremos que se castigue el cuerpo. Los calvinistas quieren sancionar el bolsillo. Por eso allá, celebran los juicios con el acusado en libertad. Por eso, acá la gente prefiere ver cárcel que justicia.
La prensa, especialmente la escrita, es una de las instituciones nacionales que no ha podido hacer la transición de un sistema a otro. Un reciente caso, pone de presente la situación, el del Secretario General del Tribunal Administrativo de Cundinamarca.
La Fiscalía General, o por lo menos los agentes que realizaron la captura del funcionario judicial, demoraron casi mediodía en la Secretaría de ese Tribunal y solo ejecutaron la orden cuando las cámaras de televisión llegaron, justo con el tiempo para que la “noticia” saliera en la emisión del mediodía. Toda una infracción manifiesta al deber jurídico de no presentar a los imputados como culpables. Pero toda una costumbre de la Fiscalía para satisfacer la prensa. La captura como escarnio. La inquisición ejecutada por la función pública. Miren ahí están los “malos”. Henos aquí a nosotros los “buenos”.
El Tiempo y RCN TV., desde ese día tomaron partido. Para ellos el Secretario es culpable. No simplemente imputado. Culpable. El periódico le ha dedicado tres notas al tema. En la última de ellas, de manera descarada criticaba al juez de garantías por no haber impuesto la medida de aseguramiento.
Los periodistas, en su gran mayoría, no han logrado asimilar o no quieren hacerlo, que la Fiscalía es una parte del proceso penal acusatorio. No tiene ninguna superioridad a priori sobre la defensa, que es la otra parte, ni respecto de los intervinientes (Procuraduría y víctimas). Es la parte más fuerte, por tener el poder del Estado, pero nada más. Semejante desequilibrio lo estabilizan los jueces. Independientes y autónomos.
De modo que la prensa debería aceptar que cuando un juez no le da la razón a la Fiscalía, es que el caso está mal sustentado. Normalmente la que se ha equivocado en esos casos es la Fiscalía. Hay que desconfiar de los jueces que siempre le dan la razón a la Fiscalía, no de los que le llevan la contraria.
La administración Montealegre-Perdomo-Quintana se especializó en perseguir jueces por eso. No aúpen a Martínez-Riveros a seguir ese mal ejemplo.
Equilibrio debería ser la palabra mágica de los periodistas cada vez que presentan un caso judicial de partes. Enceguecerse con la versión de una sola de las partes no contribuye a luchar contra la corrupción, sino a aumentarla.
@Quinternatte