El boom hotelero
A pesar de sus bellezas naturales, su situación geográfica y su rica y esplendorosa biodiversidad Colombia, aunque ha hecho significativos esfuerzos por lograrlo no ha podido desarrollar todo su potencial turístico. Igual acontece con nuestra capital. Después del dramático cambio que le imprimió Enrique Peñalosa, que la proyectó como una urbe moderna y cosmopolita, las atracciones bogotanas se multiplicaron así como las oportunidades de negocios. Esto hizo que nuestro terruño, de la noche a la mañana, fuera motivo de deseo para propios y extraños.
Por muchos años nuestra querida Santa Fe había vivido la modorra propia de una población andina, enclavada en el corazón del país pero lejos del mar y de los puertos de salida al mundo. Cuando nuestro villorrio tenía tranvía -ese que hoy añora Petro- contaba con muy pocas “posadas” y por años sólo tenía para atender a sus visitas el republicano Hotel Granada, luego remplazado en solitario por un moderno Hotel Tequendama. Eran pocas las opciones para los turistas extranjeros y para los nacionales lo mejor era “quedarse” en viejas casonas familiares. Por décadas los grandes hoteles se contaban con los dedos de una mano y sobraban dedos.
Pero hoy, gracias a la modernidad urbanística y a las medidas gubernamentales de fomento para el sector, las cosas son a otro precio. En lo corrido de los dos últimos años los colombianos nos hemos venido acostumbrando a ver aparecer, sobre todo en el norte de la ciudad, suntuosas edificaciones hoteleras que compiten entre sí y muy cercanamente. Un ejemplo. En una sola calle, la 93, en el espacio de sólo tres cuadras se han levantado cinco grandes hostales. Una muy amable información de Cotelco nos asegura que a esta entidad, que dirige y vigila al gremio, en los últimos veinte meses le han reportado la entrada en operación de veinticinco nuevos hospedajes, todos de lujo y ¡que ofrecen dos mil ciento cuarenta habitaciones! Y los no afiliados pueden alcanzar fácilmente una cifra similar Dentro de este contexto el ministerio del ramo nos habla de una inversión en nivel país de mas de cuatrocientos cincuenta mil millones de pesos, de la cual la mitad podría quedarse en la capital.
Todo esto, desde luego está muy bien e invita al mejor de los optimismos pero, ¿habrá gente suficiente para tanta cama, parodiando el dicho popular? Entendiendo que se necesitará mucha experticia y personal altamente calificado para poder brindar servicios de clase mundial como, por ejemplo y valga la oportunidad para destacarlo, los que brindan cadenas hoteleras ya muy bien arraigadas como la conformada por los hoteles Cosmos. Aquí debería converger la atención de promotores y reguladores para estandarizar la buena estadía, liderada por hoteleros tan curtidos como el suizo Manfredo Linsker, que proyectan cotas ejemplares de ocupación, así como de eficiente celebración de eventos.
Desde luego estas líneas las escribimos desde la reflexión. En el panorama hay signos muy alentadores entre otros las futuras demandas de exitosos TLC y los prometedores índices de inversión, pero no estaría demás andar con cuidado en temas tan volátiles y coyunturales como son todos los relacionados con el turismo y las posibilidades de negocios. Máxime ad portas de crisis en peligroso crecimiento, como son las que están viviendo las economías de Estados Unidos y de Europa.