ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Octubre de 2011

Por el bienestar bogotano
 

 

Aparte  de quien gane mañana la Alcaldía Mayor de Bogotá -y todo pareciera indicar que sería Gustavo Petro- lo cierto es que el mayor reto del nuevo burgomaestre será el de velar porque nuestra ciudad sea un lugar amable y seguro para todos, cosa que no lo es ni remotamente.
Estos tres últimos meses de campaña se han ido entre acusaciones mutuas de todo género y enunciados de grandes megaobras en todos los niveles y para todos los sectores. Nos atreveríamos a afirmar, empero, que el meollo del problema que a todos nos interesa sólo ha sido acometido por los lados. En otras palabras: qué hacer para hacer “vivible” a nuestra capital. Así de simple.
Sólo unas pequeñas perlas. El transporte público sigue siendo insufrible. El Transmilenio está a punto de colapsar por una simple razón: sus dueños son los mismos transportadores de la famosa “guerra del centavo” que ya se nota de bulto en el flujo de los articulados. Todo sin mencionar que la dignidad de los bogotanos cae por los suelos cuando suben a un bus o buseta tradicionales, donde siguen siendo tratados como bultos de carga y no como seres humanos.
Qué decir de lo que padecemos los bogotanos de a pie cuando nos atrevemos a salir en esta ola invernal, por culpa de la falta de alcantarillado. Convertida en una nauseabunda Venecia, la ciudad amenaza ahogar a sus habitantes. Muchas aceras y pocos desagües y sumideros.
De la seguridad es mejor no hablar porque los famosos cuadrantes -que en algo están sirviendo- no cubren en profundidad y cobertura toda la metrópoli y el atraco es pan de cada día, en cualquier lugar y a cualquier hora. Y los policías siguen brillando por su ausencia cuando se les necesita.
La mayoría de los parques siguen convertidos en basureros y receptáculo de desperdicios de construcción. Sus prados, así como otras zonas verdes, no tienen ninguna clase de mantenimiento y la época de las famosas “escobitas” parece estar de vuelta.
Y no es por ser pesimistas, pero la verdad es que la lista es mucho más larga. En otras palabras, Bogotá tiene de todo pero nada de amable y acogedora. Algo hay que hacer y rápido. Todo esto sin mencionar lo que está de moda, las marchas y el vandalismo de todos los pelambres y con el menor pretexto. Y sin entrar a analizar algo endémico en la prestación de los servicios y en la atención de los usuarios: la falta de respeto con sus quejas y reclamos o la simple información.
Adenda urgente. Cuidado presidente Santos con la anarquía estudiantil y la soberbia petrolera de trabajadores y empresarios. Se trata de otra clase de “emboscadas” que le pueden complicar su luna de miel. Es bueno ser complaciente y tolerante, pero no tanto.


ernestorodriguezmedina@gmail.com