Recuperando el tiempo perdido
Arrancó el TLC, pero lo ha hecho bajo grandes y negros nubarrones. Siendo, quizás, el más grave el de la precaria infraestructura vial y portuaria y las críticas falencias que exhibimos en nuestro capital social o, lo que es lo mismo, en la educación y formación de nuestros recursos humanos.
El Gobierno, lógicamente preocupado por toda una década perdida, busca infundir confianza entre inversionistas y empresarios, prometiendo apoyo a quienes salgan perjudicados. Sin embargo, la administración Santos debería darse cuenta de que la verdadera solución pasa sólo por el meridiano de una reforma de nuestra educación clásica, siempre divorciada del aparato productivo y de la economía real y por un apoyo sustancial a los programas en los que está comprometido el SENA para calificar ese capital humano.
La única forma de salir airosos en los difíciles mercados estadounidenses es agregando valor a nuestras exportaciones, valor agregado que nos permitirá competir competentemente, es decir, con conocimiento, calidad y bajo precio.
Desde siempre hemos advertido que sin formación profesional para el empleo no se podrán aprovechar todas las ventajas y las bondades del trueque comercial. Repetimos: ese es el valor agregado que marcará la diferencia. En plena Sociedad del Conocimiento sólo sabiendo hacer las cosas y sabiéndolas hacer con “Calidad mundial”, conquistaremos los esquivos mercados que nos están esperando. Este es el gran reto del SENA. Afortunadamente su nueva dirección está enfocando sus recursos en el sentido correcto. No así la Universidad colombiana que sigue en el limbo y solo está haciendo reformitas coyunturales y cosméticas.
El país reclama con urgencia investigación, desarrollo e innovación. Cadenas de Clusters empresariales tipo Corea, Malasia o India. Hoy, en plena crisis financiera europea, el país que marca la diferencia y que lidera las soluciones es Alemania que, desde hace años, ha volcado toda su capacidad en formar y educar integralmente para el empleo productivo.
El futuro de los negocios, especialmente en épocas de turbulencias, depende única y exclusivamente del capital humano debidamente calificado. El uso extensivo e intensivo de las nuevas tecnologías, las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, TIC, es la herramienta clave para lograrlo más rápida y eficazmente. Máxime en países como Colombia con recursos escasos, especialmente de capital financiero.
El secreto radica en desarrollar contenido y aplicaciones que sirvan de verdadero atajo en la formación de colombianos debidamente capacitados en tecnologías de punta, sin olvidar la formación media convencional en oficios básicos pero necesarios. Digitalización en tiempo real, con prospectivas, escenarios y simulaciones virtuales para la mecatrónica, la nanotecnología, la biotecnología y la robótica, sólo para nombrar unos ejemplos, es el futuro. En una palabra, las TIC como multiplicadoras de la innovación. Única manera de recuperar el tiempo perdido.
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