Definitivamente, la filosofía popular es inteligente. Cada uno de sus refranes contiene una lección valiosa, además, sencilla y comprensible para todos. Por ser tan elemental es que construye cultura. Spinoza, Kant, Husserl, Lacan y otros más, estaban tan confundidos como Santo Tomas y no lograron sino confundir a consecuencia de su enredada mentalidad. Si no que lo diga Foucault
“Es mejor prevenir que tener que lamentar” y ese pensamiento del pueblo es sabio y verdadero; también deduce de ese lógico razonamiento que “más vale maña que fuerza”, filosofía que conviene más que los complicados tratados de los pedantes. Y esto no es producto de cosecha propia, todo lo contrario, es confesión de uno de los más trajinados escritores de la Edad Media: Tomás de Aquino. Cuando escribía la última parte de la Suma Teológica sufrió un desmayo y al volver en sí, dijo: ya no más. “Todo lo que he escrito parece paja para mí”.
Hay que ser precavido, tomar las cosas con cautela y así se evitan mayores y graves daños. Esa es en teoría la actividad propia de policía: prevenir. ¡Por eso es prudente cuestionar la promesa del Gobierno, ofreciéndole a la sociedad aumentar el pie de fuerza de la institución!
Por supuesto que el asunto no sería preocupante si no fuera porque el proceso de reclutamiento del personal es tan rudimentario que ninguna ventaja garantiza la medida y si un despilfarro presupuestal. Además, con el nuevo código, una amenaza a los derechos ciudadanos.
El agente de policía personifica la calidad del Gobierno, este empleado es el responsable de la imagen de la autoridad, a él le corresponde abolir el miedo que ancestralmente encarna el poder de la fuerza pública. Fue por esa razón que el General Rojas Pinilla, buscando congraciarse con el pueblo, patrocinó la Policía Infantil y engrandeció la imagen del sargento Luís Alberto Torres Huertas, quien desvaneció en la conciencia popular de los niños el susto que culturalmente le intimidaba amenazándolo de que “si no se tomaba la sopa llamo a la policía”.
El informe de la comisión integrada por el Presidente para examinar la organización institucional de esa fuerza no se ha divulgado. ¿Por qué? El nuevo código ya está creando temores y provocando abusos. La Corte Constitucional, no la de Venezuela, debe pronunciarse acerca de las objeciones que a esa ley se le han hecho por violar descaradamente la Carta Política.
Esta autoridad debe proteger efectivamente la vida, honra y bienes de las personas y para cumplir con ese mandato teleológico debe educar, educar y educar al ciudadano. Revocar la política del Chalán del Ubérrimo. Y ese objetivo debe depurar el cuerpo de la institución y seleccionar con cientificidad al personal, escoger gente con disposición, estoica, inteligente y perspicaz y no simplemente individuos resentidos ansiosos de poder y de dinero. Quién sabe que piense al respecto el futuro presidente: General de la Policía. Amanecerá y veremos.
*Profesor emérito de la Policía Nacional