¿Éticos a la brava? | El Nuevo Siglo
Martes, 15 de Agosto de 2017

El fútbol profesional es la disciplina deportiva que más seguidores cuenta cada semana y la que mayor despliegue tiene en todos los medios de comunicación nacional. Cómo será el tema del agobio del tema fútbol en las emisoras de radio que, por ejemplo, hay subsecciones deportivas que se llaman “cero fútbol” para poder hablar de otros deportes.

Semejante masificación es la que hace que la FIFA haya liderado varias iniciativas de contenido ético para promover las  buenas prácticas de futbolistas y público. No al racismo, juego limpio (fair play) o sancionar por gritos discriminatorios como el homofóbico “puuuto” de los mexicanos, son algunas de esas acciones.

Alguno de esos entrenadores de fútbol que se creen filósofos dijo alguna vez que jugamos como vivimos o como somos. Y tenía razón, algunos jugadores colombiano son mañosos y estafadores, han hecho del engaño al arbitro su mejor virtud. Esa misma viveza nacional del que se salta la fila o se cuela en el Sisben se ve cada domingo en un campo de fútbol.

Por eso es bueno que de un tiempo a este, la DI8imayor se esté tomando en serio la aplicación del literal F del artículo 64 del Código Disciplinario Único del Fútbol. Allí se sanciona al que “actue con intención de causar una decisión incorrecta de un oficial de partido o contribuir en un error de juicio y en consecuencia hacerlo adoptar una decisión incorrecta”.

Cada que un futbolista engañe al arbitro con una mano para hacer un gol, como el muy celebrado de Maradona, o con un penalti a causa de una falta que nunca ocurrió, como el muy famoso del “Piojo Acuña” o como la agresión de la que simuló ser víctima recientemente Teófilo Gutiérrez va a ser sancionado, tal como lo fue “Teo”.

Eso está bien. Es una manera de educar a los futbolistas y sobre todo al público. Cada que un jugador comete esa especie de estafa futbolística y la tribuna se lo celebra, o por lo menos no se lo reprocha, la ética social se ve menguada. A los jugadores les pagan por jugar, no por hacer de actores de teatro. De modo que deben aplicarse a eso.

Esos que los rozan en una pierna y terminan quejándose de una lesión cerebral, mientras se revuelcan y dan saltos de dolor al tiempo que entreabren un ojo para ver la reacción del árbitro, no son jugadores, son estafadores. Y bien que los sancionen.

Los defensores de ese tipo de jugadores reclaman que el fútbol es un juego de viveza. No creo. Es un deporte de habilidad, de ingenio, de repentismo, es decir, todo lo que es una gambeta o una pared. Esa viveza que algunos defienden, es más un acto de mala fe, un ardid de estafador, un hecho que nada tiene que ver con un juego que debe ser limpio. Como lo juega la mayoría.

Las sanciones por ese tipo de acciones serán cada vez más escasas, porque les toca el bolsillo a los jugadores y a los clubes. Y salimos ganando todos: ellos que se evitarán las multas y nosotros que veremos mejores partidos.

@Quinternatte