Bueno, tenemos nuevo Ministro de la Defensa y lo primero que debemos es desearle éxito en su cartera, pues los logros del doctor Trujillo serán los del gobierno y de Colombia entera, que necesita un Ministro de la Defensa atinado y capacitado para manejar la problemática actual, bastante complicada, compleja e indescifrable.
La trayectoria del doctor Trujillo es ampliamente conocida, su vida pública y personal suficientemente transparentes, generan seguridad y tranquilidad en la ciudadanía, recordemos el paso por la alcaldía de Cali, y su desempeño cómo congresista, experiencias que le sirven de base para enfrentar con solvencia y seguridad el reto en el Mindefensa.
Conoce el nuevo ministro las conflagraciones que le esperan, ese tema del narcotráfico que él entiende, principal motor de todos los males en el país, dimensionado año tras año, no da espera y demanda dedicación permanente, no obstante los diferentes programas que hoy se adelantan en zonas de cultivo, erradicación y vías de transporte. Tiene el ministro a su favor las buenas relaciones tejidas desde la cancillería con países aliados en esta lucha, su aporte será de gran valor. Además del narcotráfico, el ministro tiene otro reto bastante sensible y es el manejo de la fuerza pública. Venimos sosteniendo de un tiempo para acá que el ideal sería tener en ese cargo un oficial en retiro o servicio activo y sosteníamos lo dicho por la indescifrable que se vive en el país. Un oficial encarna la experiencia y conocimiento requerido para hacer frente a ciertas situaciones algo complicadas de orden público, desplegadas en los últimos tiempos; un oficial se convierte a más de ministro en asesor del gobierno en otros temas ajenos a su cartera. Pero el señor Presidente tomó la determinación que recayó en el doctor Trujillo y seguramente encontró en él la formación y atributos ideales para relacionarse con los mandos, flexibilizando tensiones -si las hay- o limando asperezas producto de tiempos anteriores, que juegan en contra de la imagen y buenos resultados operativos de las fuerzas. Por ello, como venimos sosteniendo, le apostamos con toda nuestra fe al éxito.
Ahora dirijamos la mirada hacia la seguridad ciudadana, otro asunto de suma importancia, pues la ciudadanía pide a gritos resultados tangibles en la lucha contra la delincuencia, bien sea organizada o común, donde la fuerza pública muestra resultados tangibles, donde la justicia pronta y efectiva se haga presente, donde la sensación de seguridad invada la vida cotidiana de las urbes y el campo mismo. No todo está en cabeza del ministro, pero si tendrá que pedir revisión de la política criminal y coordinar estos temas con gobernadores y alcaldes, quienes en últimas son los responsables del orden público en sus territorios.