Martes, 22 de Noviembre de 2011
Ambidiestros
En la escuela, todavía, a los zurdos se les discrimina; al manuscribir se les identifica y en adelante el aprendiz debe tolerar la presión y represión que lo coacciona para que traicione su naturaleza y se acomode a la “norma” general: ser diestro. Ser siniestro es símbolo de desgracia. Este prejuicio, universal en todas latitudes, a tal punto que a la izquierda se le considera la “mano cagada”, seguramente porque entre los árabes, antiguamente, especialmente en el Islam, la izquierda era la mano destinada para el aseo del cuerpo y se prohibía utilizarla para tomar la comida. Levantarse con el pie izquierdo significa, en leguaje figurado, comenzar mal el día.
La condena a la izquierda se ha extendido tanto que su estigmatización llega al colmo de considerar la zurdera como indicio de peligro y arbitrariedad, en tanto que, por el contrario, el derecho es sinónimo de justo, un hombre derecho es el que obra correctamente y estas creencias se extienden de lo vulgar a lo científico; si la izquierda es la mano del diablo, todo lo que con ella se haga será equivocado y por ello, por ejemplo, en las escuelas no hay pupitres para zurdos y en los mercados todos los artículos están diseñados para los diestros.
Sin embargo, de todo se ve en la Viña del Señor, la izquierda y la derecha se equivocan y no inocentemente. Silvio Berlusconi, rancio dirigente de la derecha italiana, termina su gobierno sumido en el descrédito y salpicado e inmerso en corrupción de todo género. Igual suerte corre José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno español y líder del Partido Socialista Obrero, fundado en 1879 por Pablo Iglesias, bajo la inspiración del marxismo, esto es, la izquierda, vencido en las elecciones del domingo pasado por el Partido Popular en cabeza de Mariano Rajoy, movimiento político que hunde sus raíces en el franquismo y la derecha española. Giros de 180º.
El Savonarola colombiano, Alejandro Ordóñez, en desarrollo del Congreso de Infraestructura, lanza en ristre criticó al sector privado de la economía, afirmando que es tan corrupto como el público. En todas partes se cuecen habas, podría concluirse, después de esta diatriba.
El problema no es de ubicación o habilidad con la derecha o la izquierda, la cuestión radica en lo que desde el comienzo se le enseñe a cada mano. Y en una sociedad que se educa a partir de la ausencia de valores, en la que el poder se edifica sobre cimientos groseros y la hipocresía del dinero sirve para distinguirse y ser ejemplo, difícilmente diestros o siniestros serán distintos.
Parecerá pleonástico o de Perogrullo, la fórmula es comenzar desde el principio. Proponerles a las nuevas generaciones derroteros diferentes y para esto lo que importa no es la reforma a la educación superior, hay que revolcar la educación desde sus inicios, cambiar la cosmovisión de los niños con educadores que formen y no desinformen.