FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Noviembre de 2013

Entre la espada y la pared

 

La historia, en ocasiones, se desvirtúa por la leyenda y esta adquiere más fuerza de convicción que la propia realidad. No son pocos los que creen de verdad que el médico doctor Guillotin murió víctima de su propio invento, esto es, ejecutado con la máquina que él sugirió para hacer de  la decapitación un procedimiento menos tortuoso. Pues no fue así. La guillotina se la ideó el señor Antoine Luis y el que murió guillotinado fue JMV Guillotin, un médico de Lyon que nada tenía que ver con el profesor y político Joseph-Ignace-Guillotin, compañero de celda de Maximilien Robespierre, quien sí murió ejecutado por la máquina de Antoine Luis.

El sintético resumen alude a una frase popular que sentencia los infortunios de las gentes cuando suelen ser “victimas de su propio invento”. Esta dramática maldición sirvió de argumento a Goethe en su “Aprendiz de brujo”, escenificada musicalmente por Paul Dukas.

La premonición sospechada pareciera cumplirse a consecuencia del voto emitido por el alcalde Gustavo Petro para elegir al Savonarola que ahora lo procesa y quiere botarlo por faltas disciplinarias que, en verdad, no son  muy claras, pues todo indica que se trata de errores producto de la ignorancia del burgomaestre en materia administrativa y que, en su afán de imitar a Jorge Eliécer cuando fungió como alcalde de la capital -gracias a una audaz jugada política del viejo López- ha improvisado sobre lo divino y lo humano, saliéndose del esquema o programa ofrecido durante su campaña.

En la época de Gaitán la revocatoria no existía, pero sí la protesta popular,  esa manifestación que el líder liberal aupó contra Abadía Méndez y puso a temblar el establecimiento. Pues bien, ese invento suyo fue el que utilizó la chusma irredenta apoyando a los chóferes de taxi que protestaron por las innovaciones vacuas del burgomaestre y fueron escuchadas por Parmenio Cárdenas, el líder de provincia que tomó venganza y aprovechando su condición de Gobernador lo destituyo cual portero el 7 de febrero de 1937.

Si el señor Petro, en su programa de gobierno ofrecido durante de la campaña,  hubiera anunciado la clausura de la plaza de toros, espectáculo tradicional en el folclor citadino  o la reforma autoritaria del POT, muy seguramente el resultado del escrutinio no hubiera alcanzado el precario 30% que alcanzó. Porque lo que hay que criticarle al Alcalde es el fraude a sus electores, que es la razón que autoriza el procedimiento de participación democrática para que se le revoque el mandato  conferido y no la antipatía que por él siente su elegido Procurador, antipatía que llega  a tal punto que quiere convertir en conducta disciplinaria la falta de gracia o carisma que llaman,  de parte de Gustavo. Claro que si por eso fuera ambos deberían estar en la calle. Si votas por mi  yo te boto a ti;  cuestión de ortografía.