El resultado de las elecciones europeas en Francia, que se saldó con una evidente derrota para el presidente Emanuel Macron y que fue seguida, conforme a las potestades presidenciales previstas en la Constitución, de su decisión de disolver la Asamblea Nacional y de llamar a elecciones parlamentarias de manera inmediata, tiene a ese país en una grave encrucijada que se traslada a cada uno de los electores, pues de su voto dependerá la posibilidad de abrir o no la puerta a una mayoría parlamentaria dominada por el partido de quien fuera el contrincante de Macron en la pasada elección presidencial, la señora Marine Le Pen, considerada durante muchos años como una amenaza para la democracia y los valores republicanos. A pesar de que en relación con ella y sus aliados funcionó hasta ahora el “Frente Republicano”, hoy pareciera, para una parte creciente del electorado, una opción menos peligrosa que otros representantes del mismo partido o que figuras más extremas e impresentables como el señor Eric Zemmour.
Ante esa realidad electoral, la actitud de los partidos de derecha moderada ha sido bastante confusa. En una rocambolesca sucesión de hechos propios de una comedia de Molière, se ha dado la exclusión, toma y retoma de la sede de uno de los partidos emblemáticos de la reciente historia política francesa, paradójicamente denominado “Los republicanos”, hoy profundamente dividido, y aliado con la extrema derecha por las decisiones inconsultas de su presidente, Eric Ciotti. Lo que hace absolutamente incierta la posibilidad de que tenga éxito la estrategia del presidente Macron de provocar con la disolución aludida un choque, en la conciencia de sus copartidarios y en la de sus tradicionales aliados, para revertir la situación.
Por su parte, la reacción de los partidos de izquierda ha sido la de revivir el “Frente Popular” que en los años treinta del siglo pasado pretendió enfrentar el acenso de los nacionalismos y de la extrema derecha; opción por supuesto no libre de dificultades y de contradicciones, dada la necesaria, por razones de mecánica electoral, pero en realidad bastante problemática inclusión en ese frente popular del representante más extremo de la extrema izquierda, Jean Luc Mélenchon, no propiamente presentable a la hora de combatir amenazas antidemocráticas y antieuropeas.
Difícil coyuntura pues la que enfrenta Francia en la hora presente, que se une a la incertidumbre generada en muchos otros países de la Unión Europea enfrentados a dilemas similares y a una creciente puesta en entredicho del consenso político y de los valores que sirven de sustento a su existencia.
Coda. Profunda tristeza nos ha dejado a todos quienes fuimos sus colegas y amigos, la partida de Jorge Octavio Ramírez, magistrado ejemplar y formidable ser humano. Su vida profesional estuvo consagrada al servicio de la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo en el Tribunal de Antioquia y luego en el Consejo de Estado, del que fue muy destacado presidente. Como árbitro, consultor y asesor se distinguió por su siempre impecable trabajo y ponderación. Su paso por la decanatura de la faculta de derecho de la Universidad Bolivariana mostró al hombre sabio y cálido capaz de motivar con el ejemplo y las buenas maneras. Paz en su tumba y un afectuoso saludo para su apreciada familia.