El envidiable placer de viajar
Difícil explicar las razones para que los colombianos seamos tan críticos de los viajes, peor si se trata de funcionarios públicos, si todos anhelamos salir algún día del país y tenemos más de cuatro millones de compatriotas viviendo en el exterior.
A nuestros mandatarios, también se les critica cuando viajan mucho o poco, sin detenerse a examinar las razones de sus desplazamientos. No se analiza si se trata de viajes con intereses políticos, de negocios, de buena vecindad o turísticos e innecesarios.
A los últimos jefes de Estado se les censura, por este mismo motivo. A Samper, por viajar sin necesidad alguna, a pesar de los grandes problemas internos que afrontaba, cuando sus acercamientos con Europa y el Asia, fueron básicos para mejorar las relaciones y los negocios con esos lugares. A Pastrana, por el exceso de los mismos, sin acompañarlos de gestión alguna, cuando gracias a ellos, se arrinconó la guerrilla y rotuló como terrorista.
En cambio a Uribe, todos le alaban y resaltan sus viajes, que eran un tropel y una cáfula, porque se le quedó pegada la costumbre de los paisas, que viajaban en la mañana a Bogotá, a realizar alguna gestión y tomaban de regreso el vuelo de las 4, para llegar a comerse los “frisoles” de las 5 de la tarde en su casa. Más que Uribe, nadie ha usado el Boeing presidencial, que debió ser sometido a varios “overhaul”, y la cafetera, el Fokker, semi-descontinuado y destinado a personajes menos importantes.
Además, con esa misma febrilidad, lo hacía internamente, pues su desespero por la primera y, especialmente la segunda reelección, demandaba su presencia en todas partes, incluyendo Barrancabermeja y Caicedonia.
Es cierto que el Presidente no es Dios, para estar en todas partes, aunque algunos crean que sí. Ahora existen las comunicaciones que permiten la presencia múltiple de una persona en diferentes escenarios, sin descuidar los asuntos internos.
Las murmuraciones con reproche, empiezan ahora por los viajes de Santos. Que se sepa, sus desplazamientos han sido incalculablemente productivos para restaurar nuestra imagen internacional. Y realmente, no necesita turistear, porque conoce como pocos el mundo. Hay que establecer las diferencias en estos juicios.