Vaya situación tan difícil y enredada que viven hoy por hoy los vecinos y usuarios de la circunvalar a la altura de las calles 68 y 70. En verdad es angustioso el desplazamiento por este sector, donde movilidad del Distrito ha generado una serie de disposiciones que afectan tanto a los habitantes del sector como a usuarios consuetudinarios de las vías. Permítanme hacer un poco de claridad.
En el costado occidental de la avenida circunvalar con calle 68, es decir en la transversal 1 Este con calle 68B, está ubicado el colegio Jordán de Sajonia y esta transversal desemboca en la avenida circunvalar. Está ahí, estamos ubicados en el punto álgido del problema, que radica en la falta de compromiso de movilidad, porque sobre esa transversal se estacionan -especialmente en horas pico- una serie de vehículos, que recogen o dejan a varios alumnos del plantel. La problemática no sería tan grave si planeación del Distrito no hubiera determinado ampliar el andén sur, de esta vía, obra que suprimió de un plumazo un costado de la calzada quedando un solo carril, que como lo venimos sosteniendo, está invadida por los vehículos destinados al transporte privado de alumnos.
A lo anterior debemos agregar que el colegio Nueva Granada, ubicado en el sector pero sobre el costado oriental de la avenida circunvalar, construyó un puente peatonal para el servicio de sus alumnos con unas característica geniales, tanto arquitectónicas como funcionales, obra que generó la necesidad de ampliar el andén de los dos costados circunvalares para facilitar y proteger el desplazamiento de alumnos, ocupación civil responsable de la ampliación sobre la transversal 1 Este, robándole la vía de que venimos hablando a una calle prioritaria para desembocar en la circunvalar.
Seguramente esta descripción del lugar y la exposición de los problemas no es tan clara como se quisiera por la falta de conocimiento e identificación del sector, pero no es fácil narrar un problema tan focalizado, donde las autoridades de los colegios, con toda razón, solo pensaron en la comodidad y seguridad de sus alumnos, a más de la población educativa, olvidando el entorno y las consecuencias de decisiones algo apuradas y poco medidas. Entendemos que es tarde para evaluar las obras realizadas con la mejor de las intenciones, y más aún aspirar a la devolución de una vía para uso de toda aquella colectividad, cuando los trabajos niegan al posibilidad de compartirla por el estacionamiento continuo de los vehículos mencionados anteriormente, pero sí podemos con el apoyo de movilidad distrital, tratar de despejar el sector ayudando al vecindario en sus desplazamientos y mejor calidad de vida. Se trata solo de buena voluntad y respeto venido de las directivas educativas y el control permanente del tránsito.