Centro Andino, ¿discriminación?
La verdad no sé qué pensar al respecto pero como el asunto cubre niños, sólo narro la situación esperando que ustedes me ayuden con las conclusiones, y ojalá si mi escrito llama la atención por estar en lo cierto, se tomen medidas desde la parte administrativa, para evitar que realidades de este tenor se sigan presentando, o a lo mejor me equivoco, ante lo cual pediría excusas al centro comercial y su administración.
Hacía tiempo no visitaba el Centro Andino, lugar de comercio muy frecuentado, donde se pasan gratas horas de compras, recreación y comidas, bien cómodas seguras como agradables, sobra decir que la calidad del sitio es espléndido en todos los aspectos, especialmente el aseo, el orden, la atención y control, pero por cosas del destino debí vivir unas situaciones para mi gusto bochornosas y discriminatorias. El citado comercio en los diferentes pisos algunos fines de semana instala islas de recreación para disfrute de niños, organizando actividades lúdicas supremamente atractivas, esencialmente lo repito para menores, quienes cautivados por el colorido, la ambientación y otros recursos, corren a divertirse de los mencionados puntos, pero tanto los niños como los padres se encuentran con una realidad dolorosa y molesta, resulta queridos lectores, que para acceder el niño a las atracciones, sus padres deben exhibir una factura donde se acrediten compras por determinada suma de dinero, de lo contrario el infante no puede recrearse en el lugar. No aludo el sector de juegos mecánicos pues los mayores saben de antemano que se deben pagar ciertos costos por el derecho a utilizar las máquinas, me refiero a montajes eventuales.
Hasta este momento todo parece normal y sin mayores consecuencias, con la negativa los empleados dan por terminado el asunto, cumpliendo a cabalidad las instrucciones de la administración; ahora fijémonos un poco en la odisea de los progenitores para hacerle entender a su hijo, que la capacidad económica no les permite efectuar compras por el monto exigido o simplemente, que el objeto de la visita al Andino no era hacer compras, sino un simple recorrido por el lugar, con el fin de admirar vitrinas saborear un helado y regresar a casa; claro que a partir de ese momento toda la familia debe pasar ese trago amargo, sufriendo en el corazón un rechazo soportado por el niño, seguramente esta situación se podría hacer más llevadera, si la discriminación se manejara con cierta laxitud o tolerancia, créanme que al observar estas escenas porque fueron varias, me sentí mal y sin capacidad para proponer una alternativa razonada, no a los padres, pero sí para los menores a quienes percibí en su rostro una expresión de frustración y sorpresa por la negativa.
Buena la estrategia de ventas, sin embargo, existen tácticas menos duras.